Aizawa

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Jamás fue un hombre de muchas palabras, en realidad de ninguna.
arrastraba el arrepentimiento, de todo, desde la muerte de Oboro, cargaba el peso de la vida sobre sus hombros.

y cuando las cosas parecían arreglarse un poco, todo se vino abajo. 
el sentía que había decepcionado a todos de nuevo, como siempre sentía que solía hacerlo, no le dolía haber perdido su ojo o haber cortado su pierna sin pensarlo, sino que se arrepiente de haber dejado que sus alumnos pelearan una guerra que solo le pertenecía a los adultos.

las secuelas en la vida de todos eran evidentes, no podía ignorar cada que veía a sus estudiantes temblar, o cuando los encontraba despiertos en medio de la noche sin poder dormir por las pesadillas que los atormentaban por todo lo que sufrieron y pasó en la guerra, o la reconstrucción de la UA, la cara del director, el estado crítico en el que Nemuri (Midnight) se encontraba.

y detrás de ese muro de piedra que había creado desde hace muchos años, su corazón tan frágil luchaba por sostenerse, por seguir manteniendo su cara seria, por seguirse viendo inquebrantable, invencible.
Y esto era un poco nuevo para el, jamás dejó que nada le afectara demasiado, pero desde que Eri está en su vida y desde que la guerra se asomó frente a el, se sentía el hombre mas débil del mundo, temeroso a sentir, temeroso a hablar, temeroso a mirar a la gente a los ojos, porque ese muro se estaba cayendo.

el golpe contundente lo sintió cuando pensó que talvez no llegaría a ver a sus alumnos, al grupo al que de verdad había amado, graduarse, cuando pensó que el final se acercaba, cuando dejó de sentir el cuerpo, cuando todos sus miedos se apoderaron de el, y que al estar en el hospital, al perder la pierna y el ojo, Eri llorara mirándolo.

Mientras todos trataban de regresar a la normalidad, cuando veía a todos tratar de olvidar lo sucedido, de minimizar los daños recibidos, el se sentía desconectado, sabia que las personas lo necesitaban mas que nunca y trataba de parecer fuerte, pero ya llevaba días sin poder dormir, su mente no paraba de culparlo, su mente no paraba de gritarle por las noches, odiaba el ruido y el suyo propio estaba siendo mas fuerte que cualquier otro.

entre todas las cosas que tenia que hacer, hizo cuanto pudo, y en específico esa época de la reparación de tanto dormitorios como la escuela fue un caos para el, y era cierto que de supervisar a los alumnos, atender juntas con otros héroes y el gobierno, asistir a rehabilitación y cuidar a Eri, se distraía un poco, pero siempre regresaba al inicio, de donde sentía que no salía.

se preguntaba todos los días si alguna vez todo podría volver a ser igual de simple que antes, cuando solo se despertaba cansado, desayunaba con los maestros, iba a dar clases, enseñaba a Eri a usar su quirk y de vez en cuando sonreía disimuladamente con las tonterías que se les ocurrían a todos en su clase.

En ese momento no se dio cuenta pero se había vuelto feliz, a pesar de todo sentía que ese peso se levantaba
Para luego, recibir el peor golpe de todos

Aizawa miraba a la pared de su habitación en los dormitorios de maestros, ¿Cuánto tiempo llevaba ahí ya? no lo sabia, su mente era un torbellino, se mantenía quieto, como si no estuviera pasando nada, desde afuera solo se veía serio, como siempre.

Con incertidumbre, se paró de donde estaba sentado, aun no sabia muy bien como manejar el caminar con la prótesis en su pierna, fue hacia el balcón en su habitación, y miró hacia la UA, casi totalmente reparada, no pudo evitar sacar un cigarrillo.
lo acomodó en su boca y lo prendió en silencio, dio una primera calada y sintió como se relajaba al instante, como sus pulmones se llenaban de esa sustancia tóxica, y entonces, soltó el humo despacio
Hace un tiempo que no fumaba pero hoy sentía que lo necesitaba más que nunca, sentía que había cruzado una linea, una que nunca se atrevió a mirar.

Así se mantuvo la mitad de la noche, hasta que al fin sintió un poco de sueño y se fue a recostar

No quería que fuera el día siguiente, tenia que ir a Tokyo un tiempo, a arreglar un par de cosas que el director le había pedido, cosas como asistir a juntas y revisar propuestas y papeles, también, el director insistió en que Aizawa se rehabilitara en el mejor hospital, ubicado ahí mismo. Aizawa insistió para quedarse pero el director Nezu insistió aún más, así que lo haría

cuando su mente bajo el volumen, Aizawa por fin cerró sus ojos.


Me pregunto (Aizawa Shouta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora