Intriga, temor y algo de italiano.

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Es Domingo en la mañana, ayer me castigaron por ir a un bar de las colonias malas y a Esteban su padre le castigó la motocicleta por lo que pasó el Sábado y por lastimarme. Sí, tuvimos que contarle la historia completa. Estaba despierto por el ruido que mis padres hacían por todo el segundo piso y el primero, por lo que había pasado ayer, estaban tan concentrados en mí y Esteban que olvidaron que tenían un viaje de negocios muy importante. También la pobre Sonia estaba corriendo de un lado a otro arreglando maletas. Yo estaba en cama, teniendo mis primeros pensamientos mañaneros para quitarme el sueño a mis ojos. Me levanté de la cama y me estiré, después abrí mis ventanas para que la brillante luz del sol iluminara mi habitación, sé que nosotros podemos pagar fácilmente un recibo de luz de cualquier precio pero de alguna manera me desagrada la falsa luz de una bombilla eléctrica.

Hice mi cama, tomé una ducha y me puse mi ropa de casa, lo que era simplemente un pantalón deportivo, una camiseta blanca cubierta por una sudadera de cierre negra y mis calcetines. De esa manera caminaba alrededor de toda mi casa. Era cómodo y no me sentía nervioso por que mis calcetines terminen sucios ya que esta casa siempre es la más reluciente y limpia.

-Gianluca -mamá entró a mi habitación, toda vestida y lista para salir-, ¿me veo bien para la entrevista?

Me dejó mirarla unos segundos y después dio una vuelta completa para que la viera toda. Ella llevaba una falda gris ajustada y bajo la rodilla, la que hacía que su muy buena figura se remarcara, una camisa blanca fajada de botones que solo llevaba dos botones no puestos, un saco del mismo color que la falda que la hacía ver más profesional y unos tacones no muy altos de color rojo. Toda la ropa le combinaba muy bien y le hacían ver muy bien. Su cabello largo y rizado estaba suelto pero las partes de en frente estaban atadas en la parte de atrás de su cabeza para quitar el cabello de su cara, su cabello negro le brillaba y le hacía ver muy bien. Su maquillaje era simple y natural, pues mi mamá no necesita ponerse maquillaje para verse hermosa, ella ya lo era.

-Te ves perfecta. -le dije con una sonrisa después de hacer mis observaciones.

-Gracias, mi amor. -se acercó a mí para darme un beso maternal en la frente.

-De nada, mamá. -le sonreí y ella se despidió saliendo de mi habitación.

Ordené un poco más mi habitación y después salí para desayunar. Marzia todavía no había despertado y eran las siete de la mañana, esa chica suele dormir demasiado los fines de semana.

Cuando bajé las escaleras, pasé la oficina de mi papá y pasé la sala, por fin llegué a la cocina, ahí estaban unas sirvientas y Sonia, quienes estaban haciendo el desayuno para mí y para Marzia, otras estaban lavando o preparando trampeadores y escobas para dar la limpieza del día a la casa.

-Buenos días. -comenté saludando a las mujeres.

-Buenos días. -todas me respondieron al mismo tiempo. Sonia se me acercó y nos unimos en un cariñoso abrazo.

Sonia es como mi nana, ella es bajita y gordita, eso es lo que la hace tan maternal y protectora. Ella nos conoce a Marzia y a mí desde antes que naciéramos. Su cabello es negro al igual que sus ojos y ya es una persona algo mayor por lo que ya tiene unas cuantas arrugas en la cara. Le besé la mejilla y ella me dio un gran beso en la frente.

-¿Cómo está mi niño favorito? -me preguntó mientras me acariciaba el hombro.

-Bien, no puedo creer que a mis padres se les haya olvidado un viaje de negocios.

-Bueno -Sonia se puso frente a mí para peinarme el cabello-, es que los hijos siempre son primero,'estaban muy preocupados por ti y también muy enojados con ese muchacho...¿cómo se llamaba?

El Hijo de mi Jardinero. *Gay, Homosexual*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora