-Yo tampoco -susurró-. Pero aquí estamos. Y lo haremos bien. Quizás tropezando al principio... -rió cansadamente- pero juntos.
Ratchet bajó la mirada hacia Auren, quien dormía plácidamente, ajeno al torbellino de emociones que su mera existencia había causado.
-Juntos -repitió él.
Y en ese pequeño cuarto iluminado por la suave luz azul de los monitores, una familia nacía. No perfecta. No sin errores. Pero real. Inquebrantable.
Porque en cada fallo, en cada miedo, en cada pequeño triunfo, Ratchet y Tn encontrarían la fuerza para seguir adelante. Por Auren. Por ellos. Por el futuro que ahora les pertenecía.
---------------------------
Habían pasado varios ciclos desde el nacimiento de Auren. El pequeño protoform, ahora con un cuerpo más definido y recubierto por una armadura juvenil de tonos metálicos suaves -una mezcla elegante entre los colores de Tn y las líneas severas de Ratchet-, comenzaba a mostrar su chispa única.
Con un carácter curioso, brillante, y un sentido innato del caos creativo, Auren parecía tener la energía de diez jóvenes mechs juntos.
Una mañana, mientras Tn calibraba una nueva estación médica y Ratchet revisaba archivos, el silencio absoluto les puso en alerta inmediata. Los padres primerizos sabían algo esencial: si un pequeño estaba demasiado callado... era porque estaba tramando algo...
-¿Dónde está? -preguntó Ratchet con voz baja, como si temiera la respuesta.
Tn levantó un panel de datos, luego miró hacia el pasillo. Nada.
Hasta que un estruendo metálico sacudió la sala contigua.
Ambos corrieron, impulsados por pura alarma parental, para encontrar a Auren... montado en uno de los elevadores de carga, subiendo y bajando mientras soltaba una risa electrónica aguda.
-¡Auren! -exclamó Tn, casi riéndose pero tratando de sonar seria.
-¡Está manipulando los controles de gravedad! -gimió Ratchet, mientras intentaba detener el panel de comandos antes de que todo el sector flotara.
Con reflejos veloces, Tn atrapó al pequeño antes de que el elevador hiciera una subida de emergencia. Auren, lejos de asustarse, soltó un ruidito de alegría y extendió sus diminutos brazos hacia Ratchet.
Ratchet, intentando conservar un mínimo de compostura, lo sostuvo en alto.
-Tienes la capacidad de causar más daño que un escuadrón de Decepticons, ¿lo sabías? -rezongó, aunque sus ópticos brillaban de orgullo.
Esa misma noche, mientras Tn revisaba los sistemas de seguridad para "a prueba de cachorros", Ratchet notó algo diferente en Auren. El pequeño parecía concentrado, mirando sus propias manos, flexionándolas.
Una vibración baja, apenas perceptible, emanó de su chasis. Sus servos rechinaron ligeramente.
-Tn -dijo Ratchet, de repente muy alerta-. Creo que... creo que está intentando transformarse.
Tn se apresuró junto a él, dejando caer las herramientas.
Auren gimió, su armadura comenzando a abrirse en pequeñas placas desordenadas. Una rueda trasera emergió torpemente de su espalda, seguida por una aleta metálica en el lugar equivocado.
Era un desastre técnico. Era perfecto.
-Vamos, pequeño, tú puedes -susurró Tn, agachándose a su nivel.
Ratchet contuvo la respiración mientras veía los diminutos mecanismos trabajar, fallar, recomponerse. Auren se tambaleó... y de repente, ¡plaf! Un chirrido agudo, un brillo de energía, y el pequeño se reconfiguró en una forma diminuta de transporte terrestre -más parecida a un triciclo cibernético que a un vehículo real-.
Durante un instante, hubo un silencio sagrado.
Y luego, sin advertencia, Auren salió rodando en su nueva forma, zigzagueando torpemente por la enfermería, chocando contra los muebles y dejando un rastro de pequeñas chispas a su paso.
-¡Por Primus! -gruñó Ratchet, corriendo detrás de él- ¡Cuidado con los tanques de medición!
Tn reía sin poder contenerse, corriendo tras ambos.
Esa noche, mientras finalmente lograban que Auren recargara su chispa en el pequeño compartimento de descanso, Ratchet se dejó caer contra la pared, exhausto pero sonriente.
Tn se sentó a su lado, apoyando su cabeza en su hombro.
-¿Sigues pensando que seríamos padres competentes? -bromeó.
Ratchet soltó una carcajada baja, esa risa rara que sólo Tn había logrado arrancarle en toda su vida.
-No sé si somos competentes... -admitió, mirando al pequeño dormido-. Pero sé que estamos haciendo algo mejor.
Tn lo miró de reojo.
-¿El qué?
Ratchet entrecerró los ópticos, su sonrisa suave.
-Estamos creando felicidad.
Y por primera vez en muchos, muchos ciclos, ambos supieron que, aunque vinieran días más caóticos, más difíciles, más desbordantes, no cambiarían nada. Porque en esos pequeños errores, en esas primeras transformaciones torpes y en esos abrazos diminutos... estaba su verdadero hogar.
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.