9

111 13 3
                                        

No debería haber estado aquí.

Ese fue mi primer error.

No planeaba nada. No andaba a escondidas, ni escuchando a escondidas, ni nada de lo que la gente pudiera suponer. Solo quería un atajo. El pasillo trasero siempre estaba vacío, siempre silencioso. Una forma perfecta de evitar a la gente.

Pero en el momento en que doblé la esquina, supe que no estaba solo.

Una presencia. Un cambio en el aire.

Y entonces una mano fría y áspera me agarró la muñeca.

Apenas tuve tiempo de reaccionar antes de que me tiraran hacia atrás y mi espalda golpeara la pared con un ruido sordo.

"Bueno, bueno."

La voz era baja, divertida.

Lo miré parpadeando. No era alguien a quien conociera por su nombre, pero lo había visto antes. Uno de los hombres de Han-Wool. Siempre al acecho, siempre de pie justo detrás de él como una sombra.

Pero en ese momento, Han-Wool no estaba allí.

Y eso me asustó.

Tiré de mi muñeca, pero su agarre se hizo más fuerte.

"¿Qué haces aquí?" preguntó.

"Caminando."

Sus labios se crisparon. "Qué gracioso."
Suspiró.

"No deberías estar aquí."

No respondí. No me moví.

Lo miré.
¿Me van a pegar otra vez?

Ah, ya me cansé.
¿Cómo voy a acabar con todo esto?

Inclinó la cabeza. "¿Estás sordo?"

"No."

"Entonces responde."

"Lo acabo de hacer."

Eso lo hizo detenerse. Su agarre se aflojó un poco, como si no hubiera esperado que le respondiera.

Pero solo decía la verdad.
¿Dije algo malo? Parece enfadado. ¡¿Metí la pata?!
Mierda.

Luego, con la misma rapidez, se recuperó y volvió a apretar los dedos.

"No me caíste bien desde el principio.
Últimamente nos estabas sacando de quicio. Y al final te pillaban, pero nunca aprendiste". Me presionó.
"Si hubieras escuchado lo que dijo Han Wool, no estarías aquí hoy".

Un destello de algo oscuro en sus ojos. Un cambio en su postura. No me gustó.

"Sabes", dijo, con voz casi burlona ahora, "a Han-Wool no le gusta..."

La puerta se abrió entreabierta.

El sonido no era muy fuerte, pero bien podría haber sido un disparo.

El tipo se quedó quieto.

Y luego-

Pi Han-Wool.

Entró y Min-Hwan iba justo detrás de él.

No se sorprendieron. No se confundieron. Se movieron como si ya supieran lo que encontrarían allí.

La temperatura en el pasillo bajó.

Han-Wool no dijo nada al principio. Simplemente se quedó allí, mirando fijamente.

El tipo me soltó al instante, retrocediendo como un niño al que han pillado haciendo algo que no debe. Su postura cambió por completo: ya no estaba divertido ni seguro.

When the Clock Strikes | Pi Han UIWhere stories live. Discover now