Open your eyes.

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»믿음.

Día trece del décimo mes, guitarra sobre las piernas, dedos moviéndose angelicalmente sobre las cuerdas, una voz entregando todo lo que podía, y un corazón bombeando. La única esperanza.

Park Jimin entonaba The manual, con una sonrisa y los ojos cerrados, deseando desde su interior que ella estuviera realmente escuchándolo y supiera que él estaba allí para ella, a cada segundo, apoyándola, y más importante, esperándola.

Dos años.

Dos años llenos de dolor en los que miles de lágrimas se derramaron pero millones de ilusiones se crearon. Él tenía fe, él creía en algo que no podía ver pero sabía que estaba merodeando por las paredes de esa blanca habitación. La salvación.

-¿Te gustó? -soltó una risita-. Espero que sí, y sino, de todas formas prepararé otra para la próxima semana.

Se acercó a la cama y depositó un suave beso en su frente, tragando ese nudo en su garganta. Acarició delicadamente sus mejillas y pasó a besar sus labios, aunque no podía ser correspondido, le gustaba sentirla. Le recordaba que ella aún estaba viva. A pesar del tubo que la ayudaba a respirar, a pesar de los sueros que la ayudaban a alimentarse, a pesar de que no abría los ojos; ella todavía se encontraba allí.

-¿Sabes cuál sería el mejor regalo del mundo? -le susurró-. Que despiertes, Jaehwa.

Dejó un último beso en su pequeña nariz y se alejó de ella con tristeza. Cómo le gustaría verla sonreir una vez más.

-Pero veo que eso no sucederá hoy.

Los jueves. Cada jueves a las cinco y treinta de la tarde Jimin se encontraba allí, listo para verla. Yang Gae, la hija de una doctora que trabajaba en el lugar, siempre lo recibía bien y lo atendía. Habían conseguido una amistad en ese tiempo, y a ella le enternecía el gesto del chico. Siempre puntual.

-Eh, ¡Park! -lo llamó en la recepción-. Ten, preparé esto -le extendió un termo caliente-. Feliz cumpleaños, te deseo lo mejor. Ya verás como pronto abrirá sus ojos, ¿si?

Jimin asintió y le agradeció por la sopa de algas. Ansiaba llegar a su casa, estaba cansado, tenía hambre, y quería pasar el resto de su día especial viendo un programa cómico de televisión en su departamento.

Los que lo rodeaban siempre le decían que debía desprenderse de ella, que las probabilidades de que despertara eran muy bajas y tenía que abrirse a nuevas personas, nuevas oportunidades, nuevas historias, nuevas memorias. Pero él no quería superarla y mucho menos olvidarla. Confiaba en que volvería y juntos irían a pasear y recuperar el tiempo perdido.



Los días pasaron y Jimin continuaba con la rutina. Estaba en la habitación de Jaehwa escuchando a Taeyang, era el cantante favorito de los dos. Sorbió de su gaseosa y miró la hora en el móvil, le quedaba media hora más.

Se paró de su asiento y entrelazó sus dedos con los dedos de ella para luego besar su cuello.

-¿Cuándo vas a despertar, eh? -dijo con aire divertido.-Ya deja de jugar conmigo y vuelve a mí ¿quieres? Te necesito. Aquí y ahora.

Había días en el que el instituto se convertía en un peso para él, pero habían otros en que le gustaba porque era una realidad el hecho de que no podía vivir ahogado en la tristeza siempre, y ver a sus amigos lo distraía.

Taehyung casi siempre lo convencía de ir al bar de los Woo y jugar un partido de hockey de mesa. Allí pasaban sus tardes la mayoría de las veces, excepto claro, los jueves.

Wake up, Jaehwa ➳ Park JiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora