La manzana de la discordia
Lucia
La mano de Hiro continúa extendida, como todo un caballero, esperando mi salida del auto mientras que yo continúo retocando mi labial carmín por unos segundos más creyendo que puedo retrasar lo inevitable. La fiesta de fin de año se lleva a cabo en lo alto de la Mori Tower, en el distrito de Roppongi Hills, con vistas panorámicas de Tokio iluminado. Hiro no se cortó en lo más mínimo y reservó varios de sus pisos superiores. Miembros de la élite empresarial, celebridades y figuras influyentes del país, llegan en autos de lujo, escoltados por asistentes impecablemente vestidos. Finalmente, mis dedos enguantados alcanzan los suyos lista para el papel que desempeñaré esta noche. Agarro el brazo del japonés con más fuerza de la que pretendo a la par que avanzamos dentro del complejo hasta los elevadores. Ocupamos uno acompañados de dos de los guardias personales del japonés y en cuanto las puertas se cierran el silencio dentro del reducido espacio me resulta abrumador y el latido de mi propio corazón comienza a martillearme en los oídos.
—Estás preciosa —asegura Hiro y siento el toque reconfortante de su mano en mi espalda baja.
Lo miro a los ojos, sus expresivos pozos negros me sonríen devuelta.
—Tú tampoco estás nada mal —respondo a modo de broma, pero la verdad es que luce guapísimo ataviado en un conjunto de terciopelo rojo oscuro a juego con mi vestido. Los botones dorados de su blazer le aportan un aire lujoso y vintage al acabado deshilachado del cuello de su camisa, lo que le da ese toque desenfadado y audaz tan característico en todos los looks de Hiro. Su joyería, normalmente plateada, ha sido remplazada por el oro y su media melena recogida en una coleta baja, dándole un porte sublime.
Una campanilla indica que hemos llegado y a continuación las puertas del ascensor se abren y el equipo de seguridad se encarga de limpiarnos el camino hasta el interior de la estancia. No sé si la música en verdad cesa o es el pitido en mis oídos lo que me impide escuchar claramente. Me recuerdo a mí misma que debo respirar, ya me he enfrentado a esto antes. Entrené duro para anteponer la máscara imperturbable sobre mis emociones. Los presentes desvían su atención hacia nosotros, estoy segura de que todos son conocidos del hombre a mi lado, pero pocos saben la procedencia de su compañera. La luz cegadora del inesperado refractor sobre nosotros me impide ver una mierda más allá de un metro de distancia y doy gracias al tocado que oculta parte de mi rostro. A pesar de todo, puedo sentir las miradas curiosas escudriñándome de arriba abajo, tratando de descifrarme. Pero solo hay una mirada en particular que hace que mi corazón emprenda una carrera en mi pecho. Pensar en ello me hace sentir vulnerable, a punto de perder mi elaborado papel. Puedo sentirla quemándome la piel y debo hacer un esfuerzo por no girar la cabeza en su búsqueda, de convencerme que todo es producto de mi mente. Una mente que a veces olvida que él está de vuelta y que ahora no somos más que dos extraños atrapados en cuerpos que nos son familiares y traicioneros.
La voz de Hiro interrumpe mis cavilaciones, alguien le cedió un micrófono y como todo experto que es en el arte de socializar comienza con un discurso de bienvenida, mientras que la habitación cambia a tonalidades cálidas provenientes de los majestuosos candelabros dorados que cuelgan de los techos como las ramas de un viejo sauce llorón, acompañados de arreglos florades de peonías y crisantemos, símbolos de fortuna y prosperidad en Japón. La etiqueta es rigurosa: trajes de diseñador, kimonos de ceda bordados a mano y joyería exclusiva. La champaña fluye en copas de cristal tallado mientras camareros ofrecen bandejas con otoro, caviar, wagyu A5 y tempura de langosta dorada con copos de oro. En el centro del salón, una orquesta sinfónica interpreta clásicos de la música, sus integrantes ocultan sus caras tras máscaras negras y doradas que representan los demonios Oni, con excepción de la cantante, una mujer que solo lleva la parte superior enmascarada. De fondo, un DJ internacional mezcla house y city pop, creando el ambiente perfecto para quienes deseen disfrutar de la pista de baile de mármol iluminada.
BINABASA MO ANG
JADE [+18]
Romance→LIBRO 2 ⚠️NO LEER ANTES DE DRÁKON ⚠️ Las manecillas del reloj no han dejado de girar en estos 5 años, dejando atrás el pasado... o al menos eso es lo que creen Lucia y Theo. No importa cuánto corran; una vez en el infierno no habrá salida. El Karm...
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