3.La isla

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    Supe que estaba desaparecida desde el momento en que algo no cuadraba

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Supe que estaba desaparecida desde el momento en que algo no cuadraba. El comportamiento de su padre no era diferente de cualquier otra ocasión. Son de esas personas que si no le caes bien a la primera más vale que te rindas. Lo que no encajaba era que ella no hubiera acudido a nuestra cita como de costumbre y tampoco que después de habernos visto esa misma mañana no hubiera comido con su padre.

«Si no has vuelto a casa, ¿dónde te has metido? » pensé echando la vista atrás contemplando la panorámica de la isla.

Estaba oscureciendo y la isla sería un mundo de tinieblas en cuestión de minutos. Pocas farolas ofrecían luz contra la oscura noche y el faro alumbraba a lo lejos, señal para los barcos de que estábamos allí. Su luz barría las tierras de la isla cada 30 segundos, en un giro de 360 grados.

«¿Dónde te has metido? » giré la cabeza de un lado a otro pensando un lugar donde hubiera podido entretenerse esa tarde.

Sin perder tiempo me lancé en su búsqueda en esa pequeña isla. No tardaría ni 30 minutos en recorrerla de lado a lado. Podría haberla esperado en el rellano de su casa pero algo en mi interior ya había activado la alerta de que aquello no iba a suceder.

En la isla habían pocas casas. No para más de 10 familias. Todas ellas construidas alrededor de una plaza con una fuente en el centro. Cuatro farolas pretendían luchar contra la oscuridad y dar luz a los vecinos.

En los alrededores solo se podía encontrar vegetación. Además de un faro situado en el centro de la isla, el punto más alto que se podía encontrar. No había ni comercios ni escuelas ni zonas de ocio. En la isla residían un policía y una enfermera que ofrecían sus servicios a los ciudadanos pero no disponían de los locales adecuados para llevar a cabo su labor.

La colonización de la isla es un comienzo a la nueva vida sin estereotipos. Un viaje al pasado de tiempos mejores. Quien iba allí solo buscaba paz, refugio, intimidad, huir de la esclavitud de la rutina diaria.

Un pequeño barco era lo único que podía llevarte de vuelta a la realidad del siglo XXI.

Todo estaba más desierto que de costumbre. Muchos de los habitantes temían la tormenta que se avecinaba y huían a la ciudad. Pero Paula había dicho que se quedaría con su padre a pasar unos días después de insistirle en que se fuera con ella a la ciudad, cosa que él se negaba a hacer.

Los extremos de la isla eran diferentes. Uno emergía del mar, a una altura considerable para poder darse un baño o pasar la tarde pescando. El otro se elevaba bastante del nivel del mar, formando preciosos acantilados donde poder observar la inmensidad del océano. Allí también había un pequeño cementerio, o las casas de aquellos que habían decidido dormir eternamente en esas tierras. Los que no deseaban ser comida de gusanos pedían que arrojasen su cuerpo al mar y que fuera el océano quien les aportara su nuevo destino.

Y después de recorrer toda la isla, volvía a encontrarme en el punto de partida. En este tramo de la isla, cerca de los acantilados, estaba la casa abandonada donde solíamos vernos. Como era de esperar, Paula no estaba allí.

Mi corazón marchaba a ritmo militar. Los pensamientos junto a los sentimientos se bañaban en un mar de desesperación dentro de mi cabeza.

Me aproximé lentamente al borde del precipicio. Sólo me quedaba un lugar donde buscar y rogaba por no encontrarla allí flotando entre las rocas.



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De vuelta [Terminada]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora