Forsaken Oneshots ͏ ͏ ͏ ᭄᭡ ͏ ͏ ͏ ͏ㅤtraduccionesㅤ ꯳⃘꤫

XII. Neat and Unraveled {🌸}

No podía apartar la mirada de Chance, de la forma despreocupada en que se mostraba, con una pequeña sonrisa informal en las comisuras de sus labios mientras trabajaba. ¿Sabía lo que estaba haciendo? ¿Lo estaba haciendo a propósito?

El control de Mafioso se rompió como un alambre tenso bajo demasiada presión. En un movimiento rápido, se abalanzó sobre Chance, empujándolo hacia atrás sobre los mullidos cojines del sofá. La chaqueta del traje de Chance colgaba suelta sobre sus hombros, ahora completamente desabrochada, revelando más de su delgada camiseta interior debajo. Sus ojos se abrieron de par en par, una risa nerviosa escapó de sus labios mientras miraba a Mafioso, que se cernía sobre él, prácticamente jadeando.

Los ojos de Mafioso eran oscuros, intensos, fijos en el rostro enrojecido de Chance. El calor en la habitación no se parecía en nada a la fiebre que lo consumía. Sus manos estaban a ambos lados de Chance, agarrando el sofá con fuerza.

No pudo evitarlo. Dios, no pudo evitarlo.

La proximidad era embriagadora, el aroma de la piel de Chance se mezclaba con el alcohol, creando un cóctel embriagador que parecía borrar toda razón. La risa nerviosa de Chance se desvaneció en un silencio tranquilo y expectante mientras observaba a Mafioso, con su propia respiración acelerada.

-Joder, Chance- murmuró Mafioso en voz baja y con una voz cargada de... nada más que necesidad. Su mirada se dirigió hacia donde la camiseta de Chance estaba parcialmente abierta, el rastro de piel contrastaba marcadamente con la tela. Quería tocar, sentir el calor bajo las yemas de sus dedos, pero se contuvo, apenas, tambaleándose al borde del control.

Chance tragó saliva con fuerza y ​​su nuez de Adán se movió visiblemente. Había una mezcla de miedo y emoción en sus ojos; el alcohol hacía que todo pareciera surrealista e increíblemente real. -ahaa... mafi-comenzó, con voz temblorosa -¿qué estás...?-

Pero Mafioso no lo dejó terminar. Se inclinó, su rostro a centímetros del de Chance, sus respiraciones se mezclaron.

-Tú... me estás volviendo loco- susurró, las palabras eran más una acusación que una confesión. Su mano se movió, casi por voluntad propia, para trazar suavemente la línea de la mandíbula de Chance, sintiendo la barba incipiente allí, el calor de su piel. Los labios de Chance se separaron y los ojos de Mafioso se clavaron en ellos. Su estómago se calentó aún más; se sentía oh, tan, incómodamente sofocante de la mejor manera posible.

Con un movimiento repentino, como si algo hubiera hecho clic, siguió adelante y sus labios capturaron los de Chance en un beso. La calidez de sus bocas se fundió. Los labios de Chance eran suaves, flexibles, el calor que emanaba de ellos era como un bálsamo contra la frescura del aire que los rodeaba. Como si fuera un instinto, los labios de Chance se separaron y el otro aceptó la invitación. Con suavidad, presionó su lengua en la boca del otro.

Chance se sacudió levemente y frunció el ceño por la sorpresa. Lo inesperado del beso lo tomó por sorpresa y su cuerpo se tensó bajo el de Mafioso. El otro hombre sintió la resistencia, la conmoción en la postura de Chance, pero no se echó atrás. En cambio, esperó, sus labios firmes pero suaves, dándole a Chance un momento para adaptarse.

Poco a poco, la tensión en el cuerpo de Chance disminuyó. Sus labios se suavizaron contra los de Mafioso. Mientras se relajaba, la rodilla del hombre se colocó entre las piernas de Chance, separándolas con suavidad y cuidado. La respiración de Chance se entrecortó y su exhalación fue una ráfaga cálida contra los labios del otro. Su respiración caliente, mezclada con el aroma del whisky, hizo que Chance se mareara y la cabeza le diera vueltas por la falta de oxígeno.

El beso se hizo más profundo, lento y tentador. La mano de Mafioso se movió desde el sofá hasta la nuca de Chance, sus dedos se enredaron en el cabello de la nuca, sujetándolo con firmeza. Las manos de Chance, que habían estado a sus costados, vacilaron y encontraron el camino hacia los hombros del otro, agarrando la tela de su traje, acercándolo más como para anclarse.