II

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Abrió sus ojos tan pronto sintió una punzada en alguna parte de su cuerpo.
La luz del sol se cruzaba por su ventana, iluminando parte de su alrededor, tomándose el tiempo para mover sus pupilas y descifrar que estaba en su habitación.
Otra punzada lo atacó, dirigiendo sus ojos a esa parte, notando que no tenía ropa puesta, sus sábanas estiradas hacían un bulto que parecía moverse con tranquilidad; no dudó en llevar su mano para destaparlas y encontrarse con un rostro joven, con sus ojos cerrados y su boca formando un puchero.

¿Qué es esto?

Se preguntaba aún sosteniendo la punta de la sábana que tapaba al joven a su lado, quien en un descuido se dio la vuelta y mostró su cuerpo desnudo.
Fue ahí cuando Jisung pudo entender las punzadas en su entrepierna, recordando lo que había hecho el día anterior.
De repente un remolino de imágenes eróticas llegaban a él, el joven rostro de su alumno estaba involucrado, Minho dormía a su lado, ocupando toda su cama, como si fuera algo totalmente común.
Apartó esos recuerdos que le hicieron avergonzarse y se levantó, corriendo con rapidez al baño después de mirar el reloj.

Abrió la llave de la ducha, como todas sus mañanas, con la diferencia de que abrió la fria para calmar su problema de abajo.
Se sentía apenado, nervioso, comenzaba a odiarse por no comprender sus acciones siendo alguien maduro, sin poder quitar de su mente las sensaciones, las vistas y los gemidos de ayer.
Fregó con fuerza su piel, algo en él le causaba ansiedad, probablemente la cantidad de dudas que sentía sobre su alumno.
Su ducha rápida se convirtió en un colapso mental para él, saliendo temblando y con dolor en el cuerpo, olvidándose de cuidarse al afeitarse y al alistar su ropa, salió del baño con angustia, hasta que se detuvo en su habitación.
Su alumno seguía durmiendo, adueñándose de las sábanas y almohadas, luciendo tan apacible que parecía irreal, extraño para Jisung que acostumbró a ver lo contrario.

— Minho— llamó con nervios, derritiéndose con los quejidos del menor— me iré a la escuela, deberías ir también.

El revoltijo de sábanas y almohadas se movían, como si estuviera enredado en ellas, Minho logró sacar su cabeza para mirar a su maestro ya vestido.

— No quiero ir— respondió con su voz ronca, arrastrando sus palabras con cansancio.

— Está bien, entonces vete a tu casa.

Respondió el mayor, amagando en tomar su abrigo y abrirle la puerta principal al menor para apurarlo.

— ¡Está bien!— gritó molesto, sus energías de simio emergieron tan pronto se salió de la cama— Iré a la puta escuela.

Se paseó desnudo por la habitación en busca de su ropa, hasta que una toalla le cayó de sorpresa por su espalda.

— Deberías bañarte antes— sugirió Jisung con pena, sin atreverse a ver el cuerpo ajeno— te dejaré la llave aquí, no pueden vernos juntos en mi auto.

Dijo antes de irse y cerrar la puerta, no dejando que Minho respondiera o asimilara la orden, prefirió huir, ignorar sus sentimientos por unos momentos.
Por otro lado, el menor quedó perplejo ante el
actuar de su profesor, sintiendo un pequeño dolor en su corazón por las frías palabras.
Prefirió no tomarle importancia a su tristeza, Minho estaba confiado en que ambos sienten lo mismo, o al menos fue lo que interpretó anoche.
Se tomó su tiempo en conocer el resto del pequeño departamento de Jisung, sonriendo en sus adentros por la cantidad de libros grandes que habían en un pequeño estante. Fue al baño y se sorprendió por lo diferente que se veía en cuanto a la decoración de las demás habitaciones; el frío abundaba entre los azulejos blancos, no había nada más que describir, solo era un baño sin decoraciones.
Minho miró el gabinete postrado arriba del lavamanos, en él habían cremas, dos espumas de afeitar, dos afeitadoras—se sonrojó al comprender la razón de tener pares de cada uno—y unas pastillas que parecían ser para la ansiedad.
Suspiró enamorado, sonriendo como tonto por seguir basando su felicidad en cada cosa nueva que descubría de su profesor.

illicitWhere stories live. Discover now