Forsaken Oneshots ͏ ͏ ͏ ᭄᭡ ͏ ͏ ͏ ͏ㅤtraduccionesㅤ ꯳⃘꤫

IX. {A coinrush} Away from the carnival lights {🌷}

Chance inclinó la cabeza ligeramente y su sonrisa burlona se convirtió en algo entre divertido y curioso. Soltó una risa suave, con un sonido ligero y burlón. -Acepté venir, ¿no? ¿Por qué no iba a aparecer?-

Elliot se dio una patada mental. Por supuesto, Chance encontraría extraña esa declaración. Era una tontería decir eso y ahora probablemente lucía como un completo perdedor. Sus mejillas se sonrojaron mientras luchaba por recuperarse, y soltó una risa incómoda. -Ahh, lo siento. Tienes razón-

-Oye- interrumpió Chance, inclinándose ligeramente hacia mí y con un dejo de amonestación juguetona en la voz -¿Por qué te disculpas? Solo estaba bromeando. No lo pienses demasiado- Se enderezó y miró hacia el brillante recinto ferial que había frente a él. -Vamos, vámonos. No queremos perder el tiempo en un estacionamiento, ¿verdad?-

Antes de que Elliot pudiera responder, Chance se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la entrada. Por un momento, Elliot se quedó paralizado, atrapado entre los nervios persistentes y la emoción de ver a Chance tan relajado y en su elemento. Rápidamente se sacudió la vacilación y trotó para alcanzarlo, poniéndose a su lado.

Los dos cruzaron el aparcamiento, mientras las luces de neón de la feria se reflejaban fugazmente en el pavimento. Elliot se encontró mirando furtivamente a Chance, sin poder evitarlo. La forma en que se comportaba el hombre, la confianza en su paso, era realmente cautivadora. Más de una vez, Elliot tuvo que obligarse a apartar la mirada, temeroso de que Chance lo sorprendiera mirándolo y le preguntara por qué. Su pulso se aceleraba cada vez que sus brazos se rozaban mientras caminaban, aunque Chance no parecía notarlo.

Mientras los dos se acercaban a la entrada y se detenían en una taquilla, los sonidos de la feria llenaban el aire. Elliot dio un paso adelante, sacó su billetera del bolsillo y sus dedos juguetearon con los bordes mientras recogía rápidamente el dinero que había apartado.

Su plan era simple: pagaría ambos boletos. Le parecía correcto, especialmente porque había invitado a Chance y era un pequeño gesto para demostrar cuánto apreciaba la compañía del hombre. Sin embargo, justo cuando comenzó a desplegar los billetes, la voz de Chance interrumpió sus pensamientos.

-Ya lo tengo, no te preocupes.-

Elliot se quedó paralizado en medio del movimiento y levantó la vista sorprendido. Antes de que pudiera protestar, Chance ya se había adelantado y había dejado con naturalidad un fajo de billetes cuidadosamente doblados sobre el pequeño mostrador. El empleado que estaba detrás del cristal asintió con rapidez, aceptó el pago y le entregó dos pulseras de papel. El proceso fue tan fluido, tan rápido, que Elliot apenas tuvo tiempo de reaccionar.

-Espera...- comenzó, todavía sosteniendo su billetera y con las cejas fruncidas.

Chance se volvió hacia él con una sonrisa satisfecha pero cálida mientras se alejaban del mostrador. -Yo invito. Di que es mi invitación. Además, considéralo una venganza por todas las veces que me viste en el pasado-

-Eso es diferente- argumentó Elliot, aunque su voz era más suave de lo que pretendía. Volvió a guardar la cartera en el bolsillo con un suspiro exasperado y frunció el ceño con fingida irritación -Yo te invité. Debería haber pagado.-

Chance soltó una suave risita y las comisuras de sus ojos se arrugaron con diversión -Relájate, Elliot. No siempre tienes que ser tan formal. Simplemente disfruta de la noche.-

El enojo de Elliot permaneció en su rostro, pero en el fondo, no pudo evitar sentir un pequeño aleteo en el pecho.

A medida que avanzaban hacia el lugar, la feria se desplegaba ante ellos como un tapiz viviente de luces, sonidos y energía vibrante. Las luces de cadena colgaban como delicadas enredaderas brillantes, arrojando un resplandor cálido y acogedor sobre la bulliciosa multitud. La gente entraba y salía de los puestos de colores brillantes, sus risas y voces se mezclaban en una cacofonía de alegría. El aire olía a palomitas de maíz, caramelo y alimentos fritos, los aromas se arremolinaban juntos en una mezcla tentadora.