un autre point de vue

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Y siempre evadiéndole, le dirigía, con suave melancolía, disculpas tan encantadoras que, por un momento, Jayce se sintió incapaz de guardarle rencor. Viktor era demasiado educado para rechazarlo, y tal vez se lo merecía, pero aprovechó los buenos modales de su compañero para disfrutar tanto como pudo de su compañía.

Con el tiempo, Jayce se acercó más a Viktor y sus gestos se volvieron más naturales. A veces tocaba las yemas de los dedos de Viktor con los suyos, sin decir una palabra, pero con una expresión que transmitía más de lo que podía transmitir cualquier conversación. 

Otras veces, su presencia simplemente estaba allí, una calidez constante que envolvía a Viktor, sin pedir nada a cambio.

Estos toques y la cercanía gradual comenzaron a afectar a Viktor de una manera que ya no podía ignorar. Por mucho que intentara mantener la distancia, algo dentro de él comenzaba a aflojarse, a abrirse. El hombre lobo, con su intensa energía, su tranquila fuerza, poco a poco estaba sacando algo a la superficie en Viktor, algo que había reprimido durante tanto tiempo: la necesidad de ser tocado, de no estar completamente solo.

Pero Jayce siempre era extrovertido, tocaba a todo el mundo, así que probablemente no significaba nada.

Para Viktor.

Pero un día, Viktor simplemente desapareció. Sin explicación, sin un adiós.

Solo un vacío donde una vez había habido una presencia que parecía constante, inmutable. Jayce buscó en cada rincón, trató de seguir los pasos de Viktor para entender por qué se había ido. La ausencia era asfixiante, un peso que no sabía cómo cargar.

«¿Por qué?», era la única pregunta que resonaba en su mente. 

¿Se había cansado Viktor? ¿Ya no creía en Jayce? ¿O estaba luchando solo, algo que Jayce no vio, no se dio cuenta? Otra alternativa que me vino a la mente fue la posibilidad de que Viktor se hubiera escapado con su asistente, Sky Young, quien casualmente desapareció casi al mismo tiempo que Viktor se fue. Sin embargo, esta hipótesis lo dejó inquieto.

No había lógica en esta posibilidad, y se negó a ignorar que esta justificación era válida.

A pesar de su dolor por la desaparición de Viktor, Jayce siguió trabajando, con las manos temblorosas mientras realizaba los cálculos que Viktor había corregido una vez con un solo toque paciente. Pero no fue lo mismo. El laboratorio se sentía más frío, más vacío.

 Aun así, en el fondo, Jayce se aferraba a una esperanza silenciosa: que Viktor pudiera regresar, trayendo consigo la luz que ni siquiera sabía que le había quitado. Viktor había dejado atrás no solo recuerdos, sino notas, ideas brillantes que se convirtieron en la base de la tecnología Hextech. 

Jayce se aferró a eso, perfeccionando el invento como si de alguna manera estuviera conservando una parte de Viktor dentro de sí mismo. 

Pero sabía que su distracción juvenil era una tontería que lo llevaría a la ruina, y necesitaba superarla lo antes posible.

La ausencia de Viktor lo había cambiado, su antigua dulzura había sido reemplazada por una amargura creciente. Jayce se había vuelto severo, alguien que miraba al futuro no con esperanza, sino con una frialdad calculada. Se había endurecido, como si crear barreras a su alrededor fuera la única forma de avanzar. 

A lo largo de los años, su personalidad inquebrantable y su perfeccionismo extremo lo habían convertido en un líder natural, pero no en el tipo de líder que inspiraba amor o lealtad. Era temido. Su presencia imponente y su voz firme no dejaban lugar a cuestionamientos, y sus decisiones eran definitivas, a menudo vistas como duras pero siempre efectivas.

The thirst [JayVik]Where stories live. Discover now