Beomgyu levantó la cabeza y presionó su boca con la de Yeonjun. Yeonjun hizo un sonido que Beomgyu no podía ni siquiera intentar describir —un gemido, una súplica, una oración—, y repentinamente los jalones se volvieron irregulares, una suave prueba de que el orgasmo de Yeonjun estaba en camino. 

Beomgyu se perdió entonces ante las sensaciones del pene de Yeonjun al correrse y el firme agarre mientras movía constantemente su rígida carne. Se corrió, besando a Yeonjun con tanta fuerza que se sorprendería si sus labios no estuvieran magullados más tarde, era como si no se hubiera corrido en meses. Siguió y siguió, y el beso siguió también, hasta que se tuvo que separar o sofocarse, e incluso entonces Beomgyu sólo se detuvo el tiempo suficiente para tomar unas cuantas respiraciones profundas antes de que Yeonjun lo besara de nuevo.

Después de unos minutos de besos profundos y perezosos, finalmente se separaron. Se limpiaron con las servilletas que Beomgyu había preparado y se acostaron en la manta. Beomgyu se acurrucó contra el costado de Yeonjun, feliz de estar ahí en silencio. No era consciente de que cerró los ojos, pero debió haberse quedado dormido porque lo siguiente que supo fue que los dedos de Yeonjun recorriendo su columna lo llevaban lentamente a la vigilia.

Beomgyu parpadeó ante Yeonjun, aturdido y medio adormilado. 

—Lo siento. No tenía intención de quedarme dormido.

Yeonjun sonrió. —No te preocupes. Fueron solo un par de minutos.

—¿En serio? —Beomgyu preguntó bostezando—. Se sintió más tiempo. —Se desperezó y se sentó—. ¿Qué hora es?

—Las tres.

Beomgyu miró a Yeonjun, que aun estaba recostado sobre la manta, suelto y relajado. —¿Quieres ver una película?

—Seguro.

—Cool. Pero creo que deberíamos jugar a un juego primero.

Los labios de Yeonjun se curvaron. 

—¿Qué clase de juego? Beomgyu sonrió traviesamente. 

—Escondidas.

Yeonjun se rio. 

—¿Tenemos diez años?

—Oh, no, este no son las escondidas ordinarias. Jugamos dos de tres.

—¿Sí? —Yeonjun sonrió—. ¿Y cuál es el premio?

—El ganador reclama una bendición del perdedor.

—Sigue hablando.

—Un favor sexual —Beomgyu se acercó, su cuerpo se agitaba ante la expresión de la cara de Yeonjun—. El perdedor tiene que cumplir, no importa lo que sea.

La sonrisa de Yeonjun tomó un cariz decididamente travieso.

—¿Estás seguro de que eres lo suficientemente valiente para eso?

Beomgyu correspondió la sonrisa con una pícara sonrisa. 

— Estoy seguro de soy lo suficientemente valiente para cualquier cosa que quieras.

—Ya veremos —murmuró Yeonjun mientras se sentaba—. Me escondo primero. Cuenta hasta cincuenta.

Antes de que Beomgyu pudiera contestar, Yeonjun agarró sus hombros y lo jaló para un rápido y sucio beso que terminó con una juguetona mordida en el labio inferior de Beomgyu . 

—Para la suerte —murmuró y luego se fue.

Por un momento, Beomgyu estaba demasiado aturdido para moverse, con la boca ardiendo, su pene de nuevo en alerta roja. El sonido de la risa de Yeonjun a la distancia lo alertó. Cerró los ojos y empezó a contar a partir del diez, pensando que había perdido al menos ese tiempo ahí sentado como un idiota. Cuando Beomgyu terminó de contar, buscó durante casi diez minutos antes de que finalmente admitiera su derrota. Le gritó a Yeonjun y fue sorprendido por un murmullo de los árboles a unos metros detrás de él.

Esperando por ti | YeongyuWhere stories live. Discover now