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Yeonjun estaba apretando los dientes otra vez. Se había convertido en un hábito en los últimos días, desde el momento en que se había acercado a la puerta de los Choi y vio a Jungkook.—Jungkook, de toda la maldita gente—, con la boca en el cuello de Beomgyu.

En ese instante, su visión se había vuelto roja. No quería a Jungkook en el mismo estado que Beomgyu , y mucho menos en la misma tienda. Besándolo. Tocándolo.

Cristo. La sola idea era suficiente para que Yeonjun tuviera una úlcera. ¿Era Jungkook a quien Beomgyu se refería cuando dijo que se lo pediría a alguien más?

«Sobre mi cadáver».

Jungkook era la más despreciable persona que Yeonjun hubiera conocido. No se merecía a alguien como Beomgyu. Y Beomgyu ciertamente no merecía el trato que conseguiría una vez que Jungkook hubiera conseguido lo que quería. Yeonjun había aprendido esa dolorosa lección durante su último verano en la ciudad dos años antes. No había manera de que él pudiera dejar que eso le sucediera a Beomgyu sobre todo, no cuando Beomgyu estaba aun vulnerable por su reciente ruptura. Absolutamente de ninguna manera.

Por supuesto, en realidad, no tenía ningún derecho a decir con quién podía o no podía dormir Beomgyu . Ni siquiera podía tomar el rol de hermano mayor, ya que no estaban realmente relacionados por sangre, y gracias a Dios por eso.

Había tenido algunos pensamientos no muy de hermanos desde que Beomgyu le había pedido que tomara su virginidad. Y, si era honesto también, desde mucho tiempo antes de eso.

Aunque, técnicamente, había una opción que le permitiría tener voz y voto de con quien Beomgyu tendría sexo, y esa si él aceptaba el rol. Yeonjun haría lo mejor para Beomgyu. Se aseguraría de que fuera lento y suave y sin dolor, o por lo menos con el menor posible, ya que un poco de incomodidad era parte de todo esto. Pero Yeonjun se había prometido a sí mismo. Él había jurado que no lo haría.

—Está bien, Yeonjun. Suéltalo.

—¿Huh? —Yeonjun vio de reojo a Soobin.

Habían regresado del último paseo en kayak quince minutos antes y estaban apilando los kayaks de nuevo en los bastidores antes de cerrar el cobertizo de los botes por la noche. Habían estado trabajando en agradable silencio, que lamentablemente dejó que la mente de Yeonjun vagara hacia el último lugar en el que quería estar.

—Estás actuando todo nervioso —dijo Soobin, levantando el último de los kayaks y metiéndolo en el estante más alto— . De la forma en que lo hacías cuando teníamos quince años y tenías
miedo de decirme que eras gay. —Soobin cruzó los brazos sobre su pecho y miró fijamente a Yeonjun—. No es que ya no lo supiera.

Yeonjun suspiró. —Me gustaría que no me conocieras tan bien —murmuró, secándose el sudor de la frente con el dorso de la manga.

Soobin sonrió.

—Debes estar agradecido. Si no te conociera tan bien, probablemente aun estarías tratando de darme la noticia.

—Ja. No es muy probable.

—Sigue diciéndote eso. —Soobin se rio—. Entonces, vamos. Suéltalo para que podamos regresar a casa y pueda azotar tu trasero en una partida de LOL.

—Lo dice el tipo que perdió los últimos dos partidos.

—La tercera es la vencida. —Soobin sonrió.

Yeonjun sacudió la cabeza, incapaz de evitarlo correspondió la sonrisa. —Ya veremos.

—¿Qué sucede? —Soobin preguntó, repentinamente serio—. No has sido tú mismo en los últimos días.

Esperando por ti | YeongyuWhere stories live. Discover now