4

1.7K 158 16
                                        

Beomgyu dio un paso atrás y vio el contenido de la cesta de picnic que acababa de llevar. Había incluido sándwiches de mantequilla de maní, mermelada, papas fritas, un contenedor de fruta, y un par de botellas de agua. Si hubiera sido del tipo que cocina, él habría hecho algo más contundente, como pollo frito y ensalada de papas con pastel de manzana de postre, pero él no tenía ni idea de cómo cocinar y no quería correr el riesgo de quemar la casa, mientras sus abuelos estaban en el trabajo. Se encogió de hombros, añadió unas servilletas a la canasta, y la cerró. Sándwiches de mantequilla de maní y mermelada tendrían que funcionar.

Habían pasado unos días desde aquella noche en la casa de huéspedes. Él y Yeonjun no habían sido capaces de regresar de nuevo. Al día siguiente había sido una locura, ocupados en la compañía de aventuras Choi. No había habido tiempo más que para intercambiar unas pocas palabras, y había sido en la compañía. La noche siguiente, Yeonjun y Soobin hicieron planes para ir a un bar local con un par de las otras guías y Beomgyu no tenía idea de la hora que finalmente llegaron. 

Lo único que sabía era que ambos estaban en mal estado al día siguiente, y dado que Yeonjun se veía tan completamente agotado al final de su turno, Beomgyu pensó que nada sucedería esa noche. Pero se había dado cuenta de que tanto él como Yeonjun tenían el miércoles libre, por lo que propuso la idea de un picnic antes de que Yeonjun se fuera a la cama.

Yeonjun guiñó un ojo y la sonrisa adormilada había agitado el estómago de Beomgyu.

Beomgyu miró el reloj. No habían hablado sobre la hora, pero ni siquiera era mediodía y aun tenían todo el día para ellos. Había dejado a Yeonjun dormir una hora más. Si no despertaba, Beomgyu estaba seguro de poder encontrar interesantes maneras de despertarlo. Beomgyu no estaba dispuesto a esperar más. Su paciencia ya había empezado a agotarse.

Al final resultó que, no tenía que haberse preocupado. Un suave sonido llamó su atención hacia la puerta, y miró por encima del hombro para ver a Yeonjun completamente vestido, apoyado contra el Soobino. Repentina timidez hizo que sus mejillas ardieran. Eso era una estupidez, de verdad. Los dedos de Yeonjun habían estado dentro de él. ¿Qué era el estar allí siendo tímido sólo porque estaban solos por primera vez en días? Sin embargo, el sentimiento estaba ahí y lo demostró con un tímido saludo.

Yeonjun sonrió abiertamente. —¿Sabes cocinar?

El rubor de Beomgyu se profundizó. —No, para nada.

Yeonjun se rio de eso. 

—Entonces, ¿a dónde iremos a acampar?

—Pensé que podríamos ir al campo. ¿Sabes; el que está cerca del viejo establo? —Tan pronto como las palabras salieron de su boca, Beomgyu comenzó a preocuparse de que tal vez la idea era un poco demasiado chick-flick para un hombre del tipo de Yeonjun. Se mordió el labio, deseando poder regresar las palabras, pero Yeonjun sólo volvió a sonreír y asintió.

—¿Estás listo para salir? —Yeonjun preguntó, mirando alrededor de la cocina—. ¿Tienes una manta y todo?

—Sí. Ya la dejé en la camioneta.

—Cool. Entonces vamos.

Era medio día, el tráfico era ligero y llegaron al campo en menos de veinte minutos. Yeonjun estacionó la vieja camioneta de los abuelos de Beomgyu junto al establo que Beomgyu había mencionado. El sol estaba alto en el cielo, la temperatura probablemente arriba de los veinticinco grados si Beomgyu tenía que adivinar. Caliente, pero no insoportable.

Encontraron un lugar a la sombra de un árbol cercano y extendieron la manta. Tan simple como la comida era, Yeonjun no se quejó. Se comió los sándwiches que Beomgyu le dio y distraídamente comía papas fritas y trozos de melón del contenedor que Beomgyu había traído. Hablaron de que Beomgyu se habían inscrito para las clases y el dormitorio que le había sido asignado. Iría a la universidad Madison en Wisconsin en el otoño, la misma escuela, a la que tanto Yeonjun como Soobin asistían. 

Esperando por ti | YeongyuWhere stories live. Discover now