Estaba lo suficientemente cerca de su casa en Eau Claire para llegar fácilmente manejando los fines de semana y días festivos, pero lo suficientemente lejos que tenían que vivir en el campus. Beomgyu nunca le diría a Yeonjun que una gran parte de su razón para escoger Madison fue que él y Soobin estaban allí. Por supuesto que no era la única razón —era una buena escuela y los padres de Beomgyu se habían conocido y se habían enamorado siendo estudiantes allí en los años 80, pero ¿se habría entusiasmado tanto con la idea de ir allí si Yeonjun hubiera ido a otra universidad? Para nada.

En algún lugar en medio de la conversación, Beomgyu sintió el repentino impulso de besar a Yeonjun. No era una sensación nueva, para nada, pero Beomgyu pensó que en este mismo momento podría volverse realidad. No había nadie más alrededor, no había nada que lo detuviera. Yeonjun estaba acostado de espaldas con los brazos detrás de la cabeza. En algún momento se había quitado la camisa, y la piel de color dorado pálido de su lampiño pecho estaba completamente expuesta. 

Sus jeans colgaban lo suficientemente bajos en las caderas que Beomgyu podía ver la cintura de sus boxers. Beomgyu moría de ganas de recorrerlo con sus dedos y liberar el pene y tomarlo en su boca y chuparlo hasta que Yeonjun se corriera, allí mismo, a plena luz del día con sólo el sol amarillo como testigo.

Yeonjun estaba a la mitad de su historia sobre su profesor que le había dicho en una conferencia el semestre anterior, del tiempo que trabajó haciendo perfiles para el FBI cuando Beomgyu se inclinó hacia abajo y detuvo el flujo de palabras de sus labios. A favor de Yeonjun, no se perdía nada. Quizás incluso lo había estado esperando. Se abrió para Beomgyu al primer toque, dejando que la lengua de Beomgyu explorara y se deslizara contra la suya. Yeonjun sabía a melón y a mantequilla de maní y Beomgyu pensó que podría ser su nueva combinación de sabores favoritos. Sintió los callosos dedos de Yeonjun en su nuca y bajar al centro de su espalda. Luego, sin estar seguro de exactamente cómo había ocurrido, él estaba acostado en la parte superior de Yeonjun, acunado entre los muslos, con esos mismos dedos enterrados en su cabello cuando el beso pasó de dulce y lento a ardiente y fuera de control.

Beomgyu gimió en la boca de Yeonjun y se presionó contra él. Se había olvidado de llevar un elemento esencial —lubricante—, pero, infiernos, podrían improvisar y tenía que admitir que había algo muy romántico con la idea de perder su virginidad en un campo iluminado por el sol y con olorosas flores y hierba. Pero Yeonjun parecía tener sus propios planes. Sus manos dejaron el cabello de Beomgyu y se movieron hacia la bastilla de su camiseta. La levantó hasta que Beomgyu fue obligado a romper el beso para que Yeonjun pudiera quitarle la camiseta por encima de su cabeza y la lanzara a un lado. Sus bocas se volvieron a conectar, calor y necesidad en cada mordida y roce de labios, uno de los brazos de Yeonjun se deslizó entre sus cuerpos y sus dedos trabajaron en los jeans de Beomgyu .

Beomgyu le dio un beso hasta que Yeonjun logró que ambos tuvieran sus penes desnudos, pero en el momento en que el puño de Yeonjun tomó ambos penes y empezó a moverlos perezosamente, Beomgyu se separó de su boca y hundió el rostro en la curva del cuello de Yeonjun en su hombro. 

—Oh Dios. —Sus caderas se sacudieron hacia adelante y descaradamente se froto contra la dureza aterciopelada del pene de Yeonjun, un gruñido desgarró sus entrañas hasta la garganta. «Bueno. Tan jodidamente bueno». Beomgyu nunca había sentido nada igual.

Cuando Yeonjun tomó el ritmo y agregó un pequeño giro y volvió a jalarlo, Beomgyu hundió sus dientes en el hombro de Yeonjun para ahogar sus gritos. Sí. Oh, infiernos jodidos sí. Le gustaba esto, quizás más que cualquier otra cosa que hubiera hecho hasta ahora. A excepción de los besos. Esos besos le hacían perder la cabeza. Hablando de eso...

Esperando por ti | YeongyuWhere stories live. Discover now