Era demasiado, demasiado rápido, demasiado pronto, y entonces, maldición, estaba sucediendo.

Beomgyu se estremeció dentro del círculo cerrado del puño de Yeonjun, su espalda se arqueó sobre el colchón cuando se corrió, derramando el caliente y resbaladizo semen sobre los dedos de Yeonjun.

Sólo después de hacerlo le cayó la vergüenza, rápida y aplastante. Dios, ¿dónde estaba su auto control? Estaba aquí, viviendo su mayor fantasía, y se había corrido después de un par de besos y unos cuantos jalones de su pene. Ya se había humillado delante de Yeonjun y aun no habían estado juntos durante media hora.

¿Qué tan ridículo era eso?

Beomgyu gruñó y se alejó de Yeonjun. Agarró una de las almohadas y la utilizó para cubrir su rostro.

Sus mejillas estaban calientes y la nariz quemaba con la amenaza de las lágrimas.

Eso era todo lo que necesitaba, llorar encima de todo lo demás. Qué humillante.

—¿Qué sucede? —Yeonjun parecía lo bastante alarmado para que Beomgyu contuviera un sollozo—. ¿Te lastimé?

Beomgyu sacudió la cabeza, pero mantuvo el rostro oculto.

—No.

—Entonces, ¿qué sucede? —Sintió los dedos de Yeonjun cerrarse alrededor de su muñeca y jalar suavemente el brazo hacia abajo y la almohada junto con él—. Hey, mírame.

Después de unos segundos, Beomgyu se calmó lo suficiente como para arriesgarse a mirar a Yeonjun. Se encontró con la mirada de Yeonjun la preocupación que vio alivió un poco la humillante tensión en su estómago.

—Lo siento, yo... no quería...—Beomgyu se fue apagando. No importa qué tan preocupado se viera Yeonjun, no podía lograr decirlo. Pero resultó que no tenía que hacerlo.

—Oh. —Aprehensión apareció en la cara de Yeonjun y le sonrió con cariño. Le dio un beso en la punta de la nariz a Beomgyu y sacudió la cabeza—. No te preocupes por eso. Le sucede a todo el mundo.

—¿En serio? —Beomgyu parpadeó—. ¿A ti también?

Yeonjun sonrió. —Sí, a veces. Si estoy muy excitado. — Levantó la mano que había usado para masturbar a Beomgyu y se la llevó a la boca y chupó uno de sus dedos—. Tienes buen sabor. Y eres hermoso cuando te corres.

Beomgyu temblaba, en parte por el cumplido y en parte por lo que veía.

—¿Puedo chuparte? También quiero saber a qué sabes.

Yeonjun se rio y besó otra vez a Beomgyu, rápido y duro.

—No hace falta que lo pidas dos veces.

—Está bien. —Beomgyu se sentó y pasó la lengua por los labios. Estaba un poco, bueno, no exactamente asustado —ansioso probablemente sería una mejor forma de describirlo—, pero la forma en que los ojos de Yeonjun siguieron la acción de su lengua le hizo sentirse un poco más seguro.

Extendió la mano y desabrochó la bragueta de Yeonjun con dedos temblorosos. Yeonjun levantó sus caderas para que Beomgyu pudiera jalar hacia abajo los jeans y boxers. Mientras Yeonjun se los terminaba de quitar, Beomgyu se inclinó y besó el tatuaje en su pectoral izquierdo. Era el símbolo japonés kanji para la justicia, elegido porque Yeonjun planeaba estudiar derecho penal en la universidad.

Beomgyu trazó las líneas de tinta negra con la lengua y se trasladó al pezón rosado. Se detuvo allí para lamerlo y chuparlo y luego continuó su camino hacia abajo a través de las crestas del musculoso abdomen de Yeonjun, hasta que llegó al poco profundo ombligo y el rastro de vello castaño oscuro que bajaba.

Esperando por ti | YeongyuWhere stories live. Discover now