Capítulo 10

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Maria finalmente escogió ser una aventurera en busca del tesoro; dejó de lado sus sentimientos, dejó de llorar todas las noches, se olvido de quien era, descubrió que tenía fuerza de voluntad suficiente para fingir que acababa de nacer y que, por tanto, no necesitaba sentir nostalgia por nadie. Los sentimientos podían esperar; ahora había que ganar dinero, conocer el país y volver victoriosa a su tierra.
Por lo demás, todo a su alrededor parecía Brasil en general, y su cuidad en particular: las mujeres hablaban portugués, se quejaban de los hombres, hablaban alto, protestaban por los horarios, llegaban con retraso a la díscoteca, desafiaban a el jefe, se creían las más bellas del mundo y contaban historias de sus príncipes encantados, que generalmente estaban muy lejos, o estaban casados, o no tenían dinero y vivían del trabajo de ellas. El ambiente, al contrario de lo que había imaginado al ver los folletos de propaganda que Roger llevaba consigo, era exactamente como Vivian lo había descrito: familiar.
Las chicas no podían aceptar invitaciones ni salir con los clientes, porque estaban registradas como "bailarinas de samba" en sus respectivos permisos de trabajo. Si se les pilla a recibiendo un papel con un teléfono, se quedaban quince días sin trabajar. Maria, que esperaba algo más movido y emocionante, fue dejándose dominar poco a poco por la tristeza y por el tedio.
Los primeros quince días, salió poco de la pensión en la que vivía, principalmente cuando descubrió que nadie hablaba su lengua, aunque ella pronunciase DES-PA-CIO cada frase. También la sorprendió saber que, al contrario de lo que sucedía en su país, la ciudad en la que estaba ahora tenía dos nombres diferentes: Geneve para los que vivían allí, y Ginebra para las brasileñas.
Finalmente, durante las largas horas de tedio en su pequeño cuarto sin televisión, Maria concluyó:
A) Nunca llegaria a encontrar lo que estaba buscando, si no sabía decir lo que pensaba. Para eso necesitaba aprender la lengua local.
B) Como todas sus compañeras también estaba buscando lo mismo, ella necesitaba ser diferente. Para eso aún no tenía una solución ni un método.

Del diario de Maria, cuatro semanas después de desembarcar a Geneve/Ginebra.

Hace una eternidad que estoy aquí, no hablo la lengua, me paso el día escuchando música en la radio, mirando el cuarto, pensando en Brasil, deseando que llegue la hora de trabajar, y cuando estoy trabajando, deseando que llegue la hora de volver a la pensión. O sea, vivo el futuro en vez del presente.
Un día, en un futuro lejano tendré mi pasaje, podre volver a Brasil, casarme con el dueño de la tienda de tejidos y escuchar los comentarios maliciosos de mis amigas que nunca se han arriesgado y por eso lo único que ven es la derrota de los demás. No, no puedo volver así, prefiero tirarme del avión cuando este cruzando el océano.
Como las ventanas del avión no se abren. (Por cierto, nunca lo habría imaginado; ¡que pena no poder sentir el aire puro!), me muero aquí mismo. Pero antes de morir quiero luchar por la vida. Si consigo andar sola, llegaré hasta dónde quiera.

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⏰ Última actualización: Jul 21, 2015 ⏰

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