CAPITULO 4

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Una semana.después

No me puedo creer que por fin valla a ir a cuidar a ese renacuajo, y encima en su casa.

Llevo toda la semana dándole vueltas a lo de anoche, no sabía que el hermano del pequeño iba al mismo gimnasio que yo, no me suelo relacionar por esa razón, no me gusta mezclar mi trabajo con mi tiempo libre, con mi pasión.

No me puedo creer que esta sea la calle de la casa, ¡son todo mansiones!

Aparco la moto en la calle y me acerco a la puerta. Pico y me abre el renacuajo

-Hola pequeño, ¿Qué tal estás?

Cuando al mirar para arriba me ve, me abraza las piernas con fuerza.

-Ey ey, que no me voy a ir

-Dijiste que vendrías y no viniste.

-Pero ahora sí y no me voy a ir hasta la tarde, y mañana vendré también y al siguiente.

Entonces me suelta y prácticamente me arrastra de la mano hacia el interior de la casa.

Desde dentro es incluso más impactante que desde fuera -si es posible-.

Todas las paredes son blancas y altísimas, con muebles de madera de un color claro.

En el salón hay un televisor junto con varias maquinas al rededor, juguetes del pequeño por el suelo y un gran sofá de piel.

Cuanto más me acerca el pequeño me doy cuenta de que hay alguien sentado -mejor dicho acostado- en dicho sofá.

Lleva unos pantalones de chándal negros y una camiseta floja de Adidas, está intentando montar las piezas de un juguete de Pepa Pig al que los brazos, las piernas y la cabeza son partes separadas.



NIÑERA POR EL DÍA, BOXEADORA POR LA NOCHENơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ