Al paso de los años siempre me había preguntado cómo es que las personas pueden tener tantos amigos a su alrededor. No recuerdo la última vez que una persona intentó ser amistosa conmigo y que mi padre decidiera que esa persona merecía convivir conmigo.
Este tipo de pensamientos los había dejado atrás hasta el momento en que tuve que mudarme, pues ahora, aunque sigo viajando en coche hasta mi escuela, al ser un pueblo considerablemente pequeño era normal ir en bici o caminando, pues las camionetas eran mayormente utilizadas para ir al campo o para viajar a la ciudad.
Estaba tan concentrado en mis pensamientos que ni siquiera pude darme cuenta en que momento mi chofer comenzó a maldecir incesantemente a un chico de cabellos castaños el cual se colaba del cajón de la camioneta por la que se había optado esta mañana en razón de la lluvia acida de la noche anterior.
- ¡OYE, NIÑO! ¡Suéltate de la camioneta! -Gritó nuevamente mi chofer al mismo tiempo que hizo sonar el claxon-
Parecía ser otra vez de aquellos que buscan no esforzarse tanto pedaleando hasta su destino, los había visto hacerlo un par de veces, pero no con mis carros de por medio. El chico parecía divertirse hasta que llegó el momento cuando pasamos por un gran charco de lodo y su uniforme fue estropeado, haciéndome así soltar una pequeña risita burlona.
Era una buena mañana.
Más tarde y ya avanzada la mañana me encontraba en la hora dedicada al auto estudio, de la cual, es la única hora del día de la que puedo disfrutar al poder utilizar la biblioteca de la preparatoria, la cual era extensa, pues a pesar de que el sitio donde me ubicaba era muy lejos de la ciudad, el gobierno invierte mucho para que las escuelas estuvieran constantemente actualizadas... pero por supuesto que aun así al ser una zona alejada toda información podía tardar en llegar y así las personas comenzar a crear sus propias suposiciones de todos los avances para ponerlos en duda. Tal vez sea la razón por la que en este lugar aun luchan en seguir consumiendo alimentos genéticamente modificados y no píldoras alimenticias o formulas citrus para evitarse la complicada y cansada tarea de preparar alimentos que después dañaran tus dientes con la comida atorada y a su vez provocar mal aliento.
Tendría que pensar en este tipo de cosas antes de dormir para poder concentrarme durante el día, pero sin duda me estaba volviendo loco la persona que se encontraba dándome la espalda y consumiendo alimentos dentro de la biblioteca. No solo era grosero, si no desconsiderado, el sonido que hace al masticar la comida y el que hace al mismo tiempo que juega con la misma, es tan molesto, sin embargo, a lo largo de mi vida me he dado cuenta que no quiero ser catalogada como una persona soplona, eso no me lo ha dicho mi padre, pero cada que hago algo como el no tener paciencia con los que me rodean mi madre es quien decide reprenderme.
No obstante, al parecer dentro de la misma mesa había una persona de acuerdo con mis pensamientos.
- Oye, asqueroso. ¿Por qué no comiste eso durante el descanso? Maldita sea, no puedo concentrarme si estas masticando en mi oído -murmuró uno de los jóvenes sentados en su misma mesa, quien para mi sorpresa y con un poco de atención pude darme cuenta por sus arracadas doradas que era uno de mis compañeros en mi clase de matemáticas-
- Déjame tranquilo, Min. Ya les dije que hoy no pude llegar temprano
- Es seguro que te quedaste hasta tarde haciendo horas extras innecesarias-dijo risueño otro participante dentro de la mesa, quien no pude reconocer pues igualmente se encontraba de espaldas-
Sin duda que me interesaba la razón por la que aquel joven trabajaba, ya que, dentro de las normas y con loa subsidios del gobierno, ningún joven tendría una buena razón por la que trabajar formalmente.
- ¿Cómo van con sus exámenes? -comentó repentinamente para cambiar el tema-
- Reprobé todo -respondió el joven con la boca llena-
- Que asqueroso, lárgate de aquí -reclamó nuevamente el de aros dorados al mismo tiempo que lanzo un borrador certeramente a la frente del implicado-
En consecuencia, de esta acción el joven gruño y con un ceño muy fruncido se giró rápidamente hacia mí y se unió a mi mesa. ¿Ahora yo tendría que soportar sus ruidos?
- Hola -murmuro un poco tímido, pero amistosamente, caso contrario al mío que al sentir las miradas de las personas con las que anteriormente él estaba discutiendo solo me limite a darle una mirada un poco seria y distante-
Era una situación incómoda, que, aunque pude haberla soportado no esperaba que hubiera ninguna interacción, así que fingí seguir leyendo el libro en mis manos. Mis orejas estaban calientes y mi estómago un poco revuelto, pues estaba seguro que era el mismo chico de esta mañana a quien ensucie completamente de lodo. Aun y con este conocimiento quería equivocarme.
Igualmente me preocupaba en vano. No paso mucho tiempo para que la hora de auto estudio terminara, por lo que pude librarme de esa situación y dejar atrás los molestos ruidos que aquel chico hacia al masticar. O eso era lo que yo quise creer en ese momento.
Al paso de los días no pude dejar de pensar en ese día en especial, ¿sería que me reconoció y tampoco quiso decir nada al respecto? ¿O fue la razón por la que se sentó conmigo?
Estaba tan angustiado que al día siguiente volví a asistir a la escuela, a la misma hora y por la misma ruta para así poder volver a verlo y pedirle una gran disculpa, incluso traté de investigar algo sobre él para poder obsequiarle algo, pero necesitaba saber su nombre para verificar dentro de sus registros públicos si era alérgico a algo, pues para mí no era una opción preguntarle directamente al chico de aros dorados,
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AETHONIX -VMIN-
FanfictionEl hijo unico del Dr. Lysander, responsable de la evolucion de la que alguna vez fue connocida como la raza humana, ahora se enfrente a un dilema más alla de lo que la ciencia pudiera controlar dentro de un laboratorio de pruebas gracias a un campes...
