Prólogo

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Doncaster, Reino Unido.

Año 2012.

Louis lo odia.

Sí, Louis lo odia con todas las fuerzas de su alma. Y Louis cree que nunca jamás odiará a nadie como odia a Troy.

Odia la forma en la que Troy le habla o le grita, odia que sea un completo imbécil bueno para nada. Odia que se la viva acostado en aquel sofá que solía ser su favorito cuando era niño. Odia que todo el dinero que gana, él se lo gaste todo en alcohol y drogas. 

Odia la forma en la que se burla siempre que Louis le dice que quiere ir a la Universidad. Y luego Troy dice "No seas iluso Louis, la gente como tú y como yo no va a la Universidad. Dedícate a trabajar y a traer dinero a ésta casa. Sirve de algo por una vez en tu vida". Y después se vuelve a reír en su cara.

Odia que le hable tan malditamente cerca porque de esa forma, todo su asqueroso aliento le perfora las fosas nasales. Odia que siempre le golpee todo el cuerpo hasta que se le acaben las energías, odia tener tantas marcas en su piel por culpa de tantas golpizas que ha recibido por parte de Troy.
Odia tener moretones por todo el rostro y tener que usar maquillaje como si fuera una maldita mujer para ocultarlos y que así los demás no lo vean raro.

Louis sinceramente ya no sabe que odia más; que Troy lo maltrate de esa forma tan brutal, o que él sea demasiado débil como para no hacer nada al respecto.

No sabe exactamente cuándo fue que el alcohol y las drogas arrasaron en su vida de tal manera. Pero si sabe que desde ese día, su vida cambió completamente para convertirse así en un infierno.

"Louis, ya es hora de salir". La voz de su amigo pelirrojo lo saca de sus pensamientos. No sabe cuánto tiempo estuvo perdido, pero no le da importancia, va hacia la parte trasera en donde los trabajadores guardan sus respectivas pertenencias, se quita el uniforme del bar en el que trabaja y se pone su ropa normal.

No es que esté muy orgulloso de tener dieciocho años y no estar estudiando por tener que trabajar, pero sin embargo, es lo que hay y Louis lo asume.

Sale del bar a un paso apresurado y se dirige hacia su casa. A medida que avanza, Louis puede sentir el nerviosismo recorrer completamente su cuerpo. Introduce sus manos en el bolsillo trasero y saca el dinero para contarlo antes de tener que dárselo todo a su padre. Lo cuenta, una mitad la guarda en sus calcetines y la otra la deja ahí para después dársela a Troy.

Su mano tiembla al abrir la puerta, respira profundamente y, aunque el miedo ya está presente en su cuerpo, se decide a entrar de una vez por todas.

"Que no esté. Que no esté, por favor" Reza Louis para sí mismo, pero, oh. Vaya suerte.

Troy está sentado en el sofá con una botella de licor en la mano. Sabe que no es la primera botella que consume porque puede ver otras cinco botellas vacías en el piso. ¿Por qué no le sorprende?
Sabe que además está bajo el efecto de la cocaína porque tiene los ojos completamente rojos y su piel está más pálida de lo normal.

Siente aquél aroma el cual ya es muy familiar para él; a cigarro y alcohol mezclados una vez que entra. En la pequeña mesa de madera que está en frente de Louis, hay una bolsita blanca y sabe cual es el contenido de ésta, pero lo ignora completamente y se acerca hacia su padre.

"Llegaste. Wow, vaya sorpresa. ¿Por qué pensé que ibas a huir? Aunque no es como si tuvieras a dónde ir, de todos modos." Una carcajada sale de él y vuelve a posicionar la botella en sus labios, inclina la cabeza hacia atrás para así poder ingerir más. Louis se queda ahí observándolo. Apretando sus puños sin poder hacer nada.

"Bueno buen Louis ¿Y mi dinero? ¿Lo tienes, cierto?" Louis asiente rápidamente y le entrega la paca de billetes que había sacado hace un rato. Troy lo toma y empieza a contarlo, Louis reza porque no se de cuenta que ha tomado la mitad.

Sweet PunishmentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora