Lysandro, Mírame [Corazón de Melón]

Especial Halloween

—¡No puedo Rosalya! ¡Ten piedad! —grité desesperada.

—Cierra la boca, mujer —me tiró a la cama sin sutilezas.

—¡Por favor, no! Eso no —se subió sobré mí y aplastó mis brazos con sus piernas.

—Deja el escándalo, en serio te digo que no duele, nada malo te va a suceder —frunció el ceño—. Ahora siéntate.

—¡No quiero! —negué.

—Hazlo, YA —el frío tono de Rosalya hizo que mi cuerpo se tensase y obedecí sólo por el miedo de no saber qué ocurriría si no hacía lo que exigía—. Ahora quédate quieta, si te mueves mucho me voy a correr.

—Pe... pero... —levantó mi rostro.

—Shh... cierra tus ojos, no muy fuerte —¡siempre lo mismo!

—Rosalya... está frío... —quiero salir corriendo.

—¡Qué no se te ocurra mover tu cuerpo un maldito milímetro o sabrás lo que es el infierno! —por qué pierdo la capacidad de opinar con ella—. Ahora sí, perfecto —se quitó de encima.

—Te dije que no me gusta usar delineador... —inflé las mejillas.

—Mejor cállate y anda a mirar tu rostro al espejo —sonaba como sugerencia, pero era una orden.

—No quiero, no se me ve bien el delineador —desvié la mirada.

—¡Otra vez con eso! —se levantó de la cama y se cruzó de brazos—. Levántate, AHORA.

Inevitablemente tuve que levantarme de la cama. Muy amiga mía será Rosalya, pero parece que sólo manda ella.

—Es que... —miré mi reflejo sin convencerme— no entiendo para qué.

—¡Admite que se bien! —me reprendió—. Lo escandalosa nunca se te va a quitar.

—¡Es que esto es innecesario! —me crucé de brazos.

—Si te vas a disfrazar de bruja, un toque de delineador siempre es bienvenido —es cierto, mañana va a ser Halloween.

—Pero Rosalya, ya me quitaste todo el disfraz —hace unos días no podía decidir qué traje usar, pero cuando finalmente elegí, Rosalya lo cambió.

—Sucrette —pasó la mano por su cara—, te ibas a vestir con una horrible túnica negra recta, larga y sin curvas.

—¡Pero así son las brujas! También me quitaste las verrugas que iba a colocarme con maquillaje —reclamé por décima vez.

—¡Tienes novio! ¡Cómo te vas a presentar así! —aulló.

—Pero no voy a modelar, me voy a disfrazar... —le di la espalda—. Quería asustar.

—Pero Sucrette, éste es mucho más lindo —señaló el casi vestido que ella seleccionó, digo casi porque es tan corto que con algo de suerte me tapa el ombligo.

—No voy a usar eso —un aura negra invadió mi habitación por completo.

—¡Lo harás!

—Hagamos un trato —sonreí con nerviosismo.

—Te escucho —arqueó una ceja.

—Busquemos un traje que parezca de bruja —enumeré con los dedos—, sea bonito —por su rostro, llamé su atención— y no parezca que me vendo en las calles, POR FAVOR.

—Está bien, tú ganas —se cruzó de brazos fulminando mi rostro con su aterradora mirada.

—¡Yeih! —corrí a darle un abrazo.