Capítulo XVI - Búsqueda

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—Le pedí a un amigo que se acostara con ella y que, cuando pudiera, rebuscara en sus cosas hasta encontrar algo —explicó mientras yo seguía viendo las imágenes—. Y así descubrió que a tu querida Lang le encantaba grabar y fotografiar sus encuentros sexuales.

—Esto es fantástico —susurré, más para mí que para Miranda—. Al juez le va a encantar.

—En cuanto a eso, te recomiendo que conciertes una reunión con tu cliente, la demandada y su abogado. Te facilitará las cosas, simplemente diles lo que tienes y lo que pueden perder si vais a juicio —aconsejó—. Créeme, se conformarán con lo mínimo.

Sopese lo que me estaba proponiendo, y en cierto modo era buena idea. Así, Jefferson no perdería nada, y mandaría a su ex a paseo de una vez por todas.

Cogí las fotos, las guarde junto a los documentos del caso, y lo metí todo en mi maletín de trabajo.

—Y, ahora que estás más tranquila y despejada, ¿me ayudarías con tu don para encontrar a personas? —quiso saber.

—¿Quién se ha perdido?

—Cameron Jones.

—¿Cameron Jones? —El nombre me sorprendió, pues había sido tabú en la familia Blackwell-Andersen desde hacía años—. ¿El mismo Cameron Jones que desapareció y dejó tirada a Keyla cuando su padre murió?

—Ese mismo, Myriam.

—¿Y puedo saber por qué?

—Te ahorraré los detalles escabrosos, pero Dimitri y su socio han descubierto que Cameron Jones es el líder de la banda terrorista que tiene extorsionada a Keyla.

La revelación fue como un balde de agua fría. No podía ser que Cameron Jones fuera el asesino que había matado al padre de Keyla, ni el que le había obligado a huir del país.

A pesar de todo, me resultaba extraño que nunca hubiéramos caído en ese detalle, especialmente porque, al mirar en retrospectiva, resultaba sospechoso que hubiera desaparecido el mismo día de la muerte de Dylan Andersen.

—Sí, yo también me siento estúpida —espetó Miranda, como si me hubiera leído los pensamientos—. Pero creo que se deberá al hecho de que, cuando se fue y destrozó el corazón de Keyla, mi querida amiga Summer se encargó de borrar todas las fotos y noticias de Cameron, aunque todos sabemos que si algo entra en internet nunca sale.

—Aun así, si Cameron Jones es quien dices ser, ese no puede ser su verdadero nombre —reflexioné—. Seguramente utilizó algún tipo de juego de letras y creó el que tiene...

—No tengo ni idea, por eso he venido a ti —apuntó.

Volví a quedarme pensativa, intentando descubrir la manera de localizar su auténtica identidad, ya que dudaba que fuera tan tonto como para utilizar su nombre de pila original.

Los engranajes de mi cabeza giraban sin parar, repasando todos los contactos que tenía en la agenda. No sabía a quién acudir, pues mi habilidad para encontrar a gente era limitada, sobre todo si no estaba segura de si la identidad que conocía era la de verdad.

—Investigaré para ver quién puede echarme un cable —anuncié—. Pero ahora tengo que programar una reunión y llamar a mi cliente.

—Pillo la indirecta. —Miranda se levantó y se dirigió a la salida y añadió antes de salir—: Espero noticias tuyas pronto, Myriam. Keyla depende de tu buen hacer.

Y, así, como si no tuviera suficiente presión sobre mí, me vi involucrada en una nueva empresa con una gran duda por delante: ¿Cómo localizo a alguien que ha sido borrado de la sociedad?

Exclusiva de AmorWhere stories live. Discover now