Había un plan. Una mierda de plan, pero bueno, un plan al menos. No el mismo plan que yo
tenía, pero fingí que sí y reclamé mis derechos de alfa como compañero de Beomgyu; así que Capri no pudo negarse a dejarme acompañarlos a esa... «negociación». *uaaagggghhh*
Los alcaldes habían enviado un mensaje a través del muro para organizar la reunión —parte del plan mierder, no de Mi Tigrotástico Plan—, convencidos de que conseguirían dialogar con los betas y recuperar a Beomgyu. Se notaba que no entendían a los humanos ni lo hijos de puta que podían llegar a ser.
De todas formas, eso me venía genial. Necesitaba acercarme lo más posible al exterior sin, a poder ser, llamar mucho la atención. Lo cual era complicado porque yo era una enorme y sexy criatura salvaje creada por los mismísimos dioses para destruir y consumir betas (y deliciosos culos omegas), sin compasión.
A parte de mí, la decisión de quién asistiría a la reunión en nombre de La Reserva, fue bastante acalorada. No podíamos ser muchos, pero algunos alcaldes —Ratún y Linzo, obvio—, insistían en que debíamos mostrar fuerza y unidad. Lanzar el mensaje de que estábamos preparados para la guerra en caso de vernos obligados a ello. Por otro lado, el resto de alcaldes, consideraban que ya sería suficiente con que yo estuviera allí —yo y mi intimidante tamaño y presencia, obvio—, para que los betas se sintieran «suficiente amenazados».
Top, de Cauce Rápido, temía que los betas se pusieran nerviosos si enviábamos a más alfas; Raccon, por el contrario, creía que un par de buenos alfas era justo lo que necesitábamos. Hippo, de Dos Ríos, era partidario de enviar solo a un representante y un negociador omega. Dar a entender que éramos más partidarios del diálogo que de la provocación.
Finalmente, fue el anciano Moff quien tomó la decisión.
—Un salvaje, un alcalde, un omega y una Má —dijo—. Un enviado por cada pilar de nuestra comunidad, esa es la tradición.
Nadie se atrevió a contradecirle, así que la discusión pasó de tratarse sobre la cantidad de enviados a «quienes» serían esos enviados. El salvaje estaba claro quién sería *sonrisa prepotente*, y el omega —acorde al mierdi-plan—, tenía que ser Hámsto, del Arrecife; pero los demás todavía estaban en el aire. Linzo y Ratún se ofrecieron voluntarios al momento, sin embargo, Zoro se levantó de su asiento y con el collar de cuentas en su mano, declaró:
—No es mi intención ofenderos, pero creo que entre todos nosotros, yo soy el alcalde más apropiado para una negociación. Es un momento muy delicado en el que necesitamos astucia y sutileza si queremos llevar a cabo nuestro plan.
Aquello arrancó un par de expresiones airadas y resoplidos, aunque nadie puso en duda las capacidades de un alfa-zorro.
—Que vaya Zoro —declaró Moff.
Con eso, solo quedó la cuestión de la Má, cuya decisión no les pertenecía a ellos tomar. Las chamanas se reunieron en cónclave y, tras toda una noche, Súrica, la Má de Valle Dorado, fue la elegida. Ninguna de las brujas iba a resultar tranquilizadora para los betas, pero la razón de haber decidido enviar a esa alfa... se me escapaba un poco.
Súrica Má media un metro ochenta, era delgada como un palo y parecía sacada de un película de terror. Su vestido negro era tan largo que lo arrastraba por el suelo al caminar; y tan liviano y ligero que se trasparentaba y flotaba con la más mínima corriente. De sus muñecas, cuello y cabeza, colgaban numerosas pulseras y rosarios hechos con las cuentas de todos los alfas fallecidos en su Comarca, recuerdos que había ido recolectando desde que se había convertido en Má. El sol y la luna del Todo estaban en las grandes placas incrustadas en las dilataciones de sus orejas. Lo poco que se podía distinguir de su rostro tras el velo, eran unos grandes ojos negros bordeados de maquillaje oscuro y unos labios gruesos y llenos pintados de ceniza.
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Un omega diferente | Yeongyu
أدب الهواةBeomgyu es un omega diferente puesto que jamás había tenido la oportunidad de interactuar con los de su clase, pero una misión de emergencia hace que todo cambie Adaptación
