6.

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7 años y 8 meses después

—¡Jaehyun me envió un mensaje! —soltó Hana en cuanto entró en el comedor. —¡Por fin va a volver a casa!

Taeyong se quedó paralizado con la cuchara a medio camino de la boca. De repente le zumbaban los oídos y tenía la sensación de estar observando todo desde muy lejos. Apenas podía oír a Ha-yoon y Hana hablando de las buenas noticias. Por lo visto, el despliegue de Jaehyun había terminado y lo destinaban a la capital.

Volvía a casa, para siempre.

Al sentir la atenta mirada de Johnny, Taeyong sonrió, dijo lo contento que estaba y rápidamente cambió de tema. Se le daba bastante bien sonreír y parecer totalmente involucrado en una conversación incluso cuando su mente estaba en otra parte.

Y así fue.

Jaehyun volvía a casa.

Ese pensamiento ahogó todos los demás en la cabeza de Taeyong durante los días siguientes.

Para ser justos, no es que fuera una noticia realmente sorprendente. Desde que la guerra había terminado, se daba por hecho que Jaehyun regresaría a casa. Pero aun así, esperar algo y que te dijeran que ocurriría en cuestión de días eran dos cosas distintas.

Jaehyun volvía a casa.

Taeyong no estaba seguro de cómo se sentía. Había euforia y emoción, pero también aprensión. Tenía miedo. Estaba eufórico. Y asustado.

Mirando hacia atrás, con la perspectiva de la distancia y el tiempo, Taeyong podía ver que la relación entre él y Jaehyun había sido extraña en el mejor de los casos, y más que un poco enfermiza en el peor. Definitivamente, había estado mal. La falta de límites, tanto físicos como emocionales, había sido, francamente, inquietante.

Como un hombre adulto de treinta y cinco años, Taeyong sólo podía sacudir la cabeza ante la absoluta dependencia que había tenido de Jaehyun para sus necesidades emocionales y físicas. Era mucha presión para cualquier adolescente, y mucho más para un alfa Cilène adolescente a punto de presentarse. Los alfas Cilène eran instintivos; por supuesto, Jaehyun se había aferrado a un omega herido que necesitaba protección y consuelo.

Taeyong sólo pudo encogerse al recordar cómo se había comportado...

Dios, habían tenido tanta suerte de que Johnny hubiera olido su calor y los hubiera interrumpido aquella noche hacía años. Habían tenido suerte de que Johnny hubiera conseguido incapacitar a Jaehyun el tiempo suficiente para gritar pidiendo ayuda. Más tarde, le habían dicho a Taeyong que habían hecho falta tres alfas adultos para someter a Jaehyun, y Johnny tenía una fea cicatriz en el hombro dejada por las garras de Jaehyun como recuerdo de aquella noche.

Taeyong no recordaba bien aquella noche. Lo único que recordaba era el calor y la necesidad implacable e insaciable. Cuando recobró el sentido días después, Jaehyun ya se había ido, enviado por Johnny al ejército, dejando un enorme vacío en la vida de Taeyong.

Sólo cuando Jaehyun se había ido, Taeyong se había dado cuenta de lo espantosamente vacía que era su vida sin él. Sin Jaehyun, no era nada. No tenía amigos, ni siquiera conocidos ocasionales, nada que le ilusionara. Parecía que se había equivocado al pensar que se había recuperado después de su primer celo desastroso. Desde los catorce años, todo su ser había girado en torno a Jaehyun, que le servía de ancla emocional. Le destrozaba el alma darse cuenta de que, sin ese ancla, su vida no tenía ningún sentido ni propósito.

Afortunadamente, después de ver a Taeyong vagar por la casa como un fantasma apático durante meses, Johnny lo había matriculado en la escuela. Taeyong se había disgustado y enfadado al principio, no deseaba ser el hazmerreír de sus compañeros de clase mucho más jóvenes, pero con el tiempo se había dado cuenta de que Johnny tenía razón y le había llegado a agradecer su prepotencia. Era agradable hablar con la gente, era agradable tener algunos objetivos en la vida, por más pequeños y sin sentido que fueran. Era agradable pensar en otra cosa que no fuera el chico en torno al cual ya no giraba su vida.

Limitless • JaeyongWhere stories live. Discover now