—Si yo te puedo inducir el celo, ¿por qué no otros?
—Porque tú me has sacado la barba —respondió con tono serio y mi cola alrededor de su cuello como si de una peluda bufanda se tratara—. Si no la tuviera, sería elección mía a qué omega aceptar, pero ahora mismo solo tú puedes inducirme el celo.
Asentí, pero resuelto ese problema, aún tenía otro que discutir con él.
—¿Y los demás omegas saben eso? —pregunté—. ¿O van a aparecer igualmente?
Yeonjun frunció ligeramente el ceño y se volvió más hacia mí, hasta quedar de frente; entonces dejó a un lado el pan y la navaja y me cogió de las manos para apretarlas con suavidad.
—Podrían aparecer —afirmó—, pero no se acercarán a la cabaña cuando nos oigan y nos huelan. —Y, como esa respuesta no pareció convencerme demasiado, añadió—: Tengo otros pequeños refugios escondidos por el territorio. No son nada espectacular, pero nadie más que yo los conoce. Si te sientes más tranquilo, podemos ir a uno a pasar el celo.
Miré sus ojos de jade por un momento y después asentí.
—Si no te importa, lo preferiría —reconocí.
Yeonjun puso una leve sonrisa y se acercó para besarme en los labios antes de ronronear de esa forma tan dulce, un sonido gorgoteante que llegaba desde lo profundo de su garganta.
—Mmh... cada vez hueles mejor —dijo con placer—. ¡Qué ganas tengo del celo! —exclamó de pronto con una emoción algo infantil y nerviosa, como un niño impaciente por llegar al parque de atracciones.
Y, con esa actitud sonriente y divertida, se dio una palmada en la pierna y se levantó de golpe.
—¡Iré a prepararlo todo en el refugio! —declaró—. ¿Te haces tú cargo de los animales y el pozo?
Asentí.
—Genial, genial, genial... —farfulló antes de morderse el labio inferior y, sin dejar de sonreír, darse la vuelta a toda prisa para salir corriendo.
—¿No terminas de desayunar antes? —pregunté, pero el alfa ya se había arrojado por los aires, saltando casi tres metros de longitud para después caer como si nada rodando al suelo.
Cogí aire y lo solté en una prolongada exhalación.
Me hubiera encantado compartir su entusiasmo y, prácticamente, el de todos los animanos con los que me cruzaba últimamente. Pero no podía.
Dentro de mí había una pelota de angustia que no conseguía deshacer, ni junto a los otros omegas y sus muchas preparativos, ni junto a Yeonjun y su actitud excitada y emocionada. Con una expresión meditabunda y de leve ceño fruncido, realicé todas las tareas que me había pedido el salvaje antes de salir con mi mochila al hombro en dirección al Pinar.
Ya era mediodía pero, aún así, no había casi nadie en la villa omega. Los que tenían a sus alfas cerca, se habían ido al lago a bañarse o al río a acicalarse; los que iban a ir a ver a alfas de villas más lejanas o de otras comarcas, ya habían emprendido el viaje.
Pero todos ellos habían hecho la misma visita a Topa Má.
—¡Él...! —me detuvo una voz nada más entrar en la cabaña-casa de bruja-laboratorio de alquimia de la chamana.
Cuando me giré, vi a una baja figura cubierta por un velo negro de pies a cabeza, como una especie de fantasma cuyas manos de garras apuntaban en mi dirección.
—¿Quién es él, que trae a nuestra casa el mismísimo olor de la eternidad...? —dijo con tono agudo mientras daba un paso en mi dirección y olfateaba el aire.
BINABASA MO ANG
Un omega diferente | Yeongyu
FanfictionBeomgyu es un omega diferente puesto que jamás había tenido la oportunidad de interactuar con los de su clase, pero una misión de emergencia hace que todo cambie Adaptación
El celo
Magsimula sa umpisa
