Sus ojos cafés se clavaron en mí. — ¿Qué hay colega? —murmuró, antes de dar una última calada a su cigarrillo.

Adam me sonrió, una sonrisa poco contagiosa y bastante falsa. O eso yo creía, porque de ahora en más, no creía más en las sonrisas.

Me encogí de hombros, mientras buscaba a ángel por todas partes.

En algún lugar de aquí tiene que estar.

— Bien —respondí tranquilo—, ¿y tú?

Adam me miró entrecerrando los ojos. Miré a Andrew confundido, y ahí lo entendí.

Cerrando los ojos, me preparé mentalmente para el impacto.

Un minuto pasó, y los volví a abrir. Andrew tenía la mirada perdida y el rostro triste..., dolido. Todos los que lo conocíamos, ya sabemos que estaba así por el tema "Sheila y Gabriel", y eso lo tenía completamente destruido.

Ayer, Adam me contó que Andrew volvió a beber, y a fumar más en exceso. Se metió en cinco peleas este fin de semana y que algunas veces tenía ganas de llorar a mares, como un niño pequeño.

Me sentía triste por uno de mis mejores amigos. Andrew se merecía muchas cosas, entre ellas el amor y la felicidad, cosa que es desconocida en su vida. Desde que su padre lo dejó a él y a su madre con sus dos hermanas. Andrew se encargó de darles lo mejor a las tres, con esfuerzo y valentía desde que tengo uso de memoria.

No es que Andrew sea mal chico, porque no lo es, pero tiene problemas como todos nosotros, y cada ser humano merece tener amor, felicidad y por lo menos, un amor de libro.

Pero ya sabemos que el mundo no es justo, y no lo fue con Andrew, que desde los doce años trabaja en una constructora y dedica parte de su tiempo libre a sus hermanas y al estudio. Andrew no es, y nunca será un chico adolescente normal. Tuvo responsabilidades a muy temprana edad y a convertirse en adulto para darle lo mejor a su familia, y hasta el día de hoy, se puede decir que él lo logró como un campeón.

Andrew trató de sonreír. Su sonrisa fue vacía, sin sentimientos y triste. — Me encuentro algo cansado —susurró, mientras metía las manos en sus bolsillos—. Tuve que tomar ayer el puesto de un compañero, y trabaje de corrido casi catorce horas, y después tuve que llevar a Mitsi y Beth a ballet, quedé muy agotado.

Me imagino. Si yo no duermo mínimo ocho horas, me muero. Eso es lo que decía de Andrew, él daría todo y mucho más por su madre, y sus hermanas Mitsi y Beth.

Adam asintió comprendiéndolo. — Te entiendo hermano, de seguro debes estar muy agotado.

Andrew se río. — Claro, no veo la hora de que termine la clase y me vaya a casa a descansar, hoy por suerte no trabajo —respondió, con una sonrisa entusiasta.

Más tarde, decidí dar un paseo, en otras palabras, poder despejar mi mente.

Cuando salía de mi casa. Kristeen me quería acompañar, pero quería estar sólo. Una palabra que mi prima rara vez entiende, pero que hoy, justamente y no sé porque, pero entendió y me dio mi espacio personal.

Chad me fulmino con la mirada, después de negar de nuevo su invitación de ir a club de nudistas. No creía que el rubio de mi primo estuviera tan necesitado por una chica en estos momentos, tendría que conseguirle urgente una. Aunque, después de todas esas miradas que las chicas le lanzaron hoy, yo no tengo que hacer ningún esfuerzo.

Al abrir el garaje, busqué las llaves de mi motocicleta y al ver mi preciosa, la prendí y rápidamente nos introducimos en la carretera.

Miles de caras y rostros aparecieron en mi camino. Yo no conducía hacia algún lado, era inexistente. Era agradable conducir sin algún lugar o algún destino. Sólo yo, mi pequeño amor, mi nuevo celular y mi billetera. Nada más.

Rebel Souls © [Editado].Where stories live. Discover now