Incondicional

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Tony había disfrutado de una larga lista de amantes desde el despertar de su sexualidad. Kilométrica, para ser exactos. Lo de las relaciones monógamas sólo lo había empezado a practicar unos pocos años antes, hasta Pepper no le había visto el sentido a eso de comprometerse con una única pareja, así que hasta entonces había tenido la oportunidad de practicar el sexo con una gran variedad de personas: más mujeres que hombres, eso sí. No porque prefiriera un sexo al otro sino porque en el caso de los hombres tenía un ideal muy definido (altos, rubios, de ojos azules, musculosos, que desprendieran un aura de nobleza y autoridad y con una pizca de timidez). Con las mujeres, hasta que llegó Pepper, no había sido tan exigente, aunque antes de ella había compartido cama con algunas amantes tan hermosas como brillantes.

Si Tony hiciera una lista con toda la gente con la que se había acostado, más de uno y más de dos se sorprenderían con algunos de los nombres que figurarían en ella, de eso no le cabía ninguna duda.

Pero si le pidieran en aquel preciso instante que recordara alguno de esos nombres, estaba seguro que no podría recordar ni uno solo. Es más, con lo que estaba haciendo Steve con su boca y sus dedos, probablemente no sería capaz de recordar ni su propio nombre.

Tony observó hipnotizado el rítmico subir y bajar de la cabeza rubia entre sus piernas, y medio recordó todas esas fantasías de cuando era un adolescente. Y es que había sido precisamente su Capi quien le había descubierto su atracción por su propio sexo. Simplemente, llegó un momento en el que se dio cuenta de que había pasado a idolatrar a ese héroe generoso y valiente del que se padre le hablaba constantemente, de jugar con sus muñecos y de ver sus gastadas películas con ojos llenos de la admiración infantil de un niño que se sentía demasiado solo, a prestarle atención con otra parte de su anatomía, la misma parte de su anatomía que estaba recibiendo las más que entusiastas administraciones de los labios y la lengua del mismísimo Capitán América en persona.

Oh, cómo le gustaría volver atrás en el tiempo para poder decirle a aquel Tony que soñaba primero con tener al Capi de amigo y más tarde fantaseaba con estrenarse entre los brazos de alguien tan sexy y digno como Steve Rogers que décadas después sería el propio Tony con quien Steve Rogers perdería la virginidad y que sería total y absolutamente glorioso.

Steve añadió un dedo más y Tony se mordió el labio, anhelando algo más que los dígitos de su amante en su interior; necesitaba sentir a Steve, lo máximo de Steve posible, para llenar ese vacío que le consumía cada vez que Steve volvía a marcharse de su lado, cada una de esas veces Tony preguntándose si ésa sería la vez en la que Steve ya no volvería.

Tony pronunció el nombre de Steve, y éste le miró con unos ojos llenos de puro deseo.

–¿Voy bien? –le preguntó Steve, cambiando su boca por su mano libre. A Tony le entraron ganas de reír.

–¿De verdad tienes que preguntarlo? –dijo Tony, clavando su mirada en los brillantes y apetitosos labios de su chico que hasta hacía un segundo estaban haciendo un excelente trabajo enloqueciéndole de placer–. No sé cómo puedes ser tan jodidamente bueno en esto con la poca práctica que tienes.

Para su desgracia sólo se habían visto tres veces desde la primera noche que pasaron juntos, una cuando Steve vino a buscar su escudo, otra cuando Steve necesitó su ayuda para seguir una pista que al final no les llevó a nada y otra para el cumpleaños de Tony.

Steve agradeció el cumplido.

–Aprendo muy rápido, ya lo sabes. Aunque en este caso tendrás que darle las gracias a Sam por enseñarme.

La boca de Steve volvió a descender sobre el miembro de Tony, quien estuvo a punto de abandonarse a ese delicioso placer una vez más hasta que su distraído cerebro registró el comentario.

[Avengers FIC Steve/Tony] Algo para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora