El baúl

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"Posiblemente me quisiera, vaya uno a saberlo, pero lo cierto es que tenía una habilidad especial para herirme."

Mario Benedetti, La Tregua.

Ya habían pasado varios días después de la partida de Sasuke, pero Sakura no podía dejar de pensar en él, en sus palabras, en su despedida. No podía simplemente dejarlo ir y fingir que nada le pasaba. Sakura sentía dolor y lo sentía por él, por ella, por ambos. En esos días no había podido evitar el pensar qué hubiera pasado si Sasuke jamás se hubiese marchado.

Ese pensamiento fue el que la llevó a recorrer ese departamento, ese departamento en el que muy pocas veces entró. En algunas ocasiones, Sasuke los invitaba - más bien, Naruto se colaba y Sakura lo seguía - a ver una película en su televisión. Los tres pasaban horas tumbados en el colchón o en la alfombra, comiendo, mirando la pantalla o simplemente durmiendo.

Sakura paseó su mirada por el pequeño apartamento, deteniéndose, sobre todo, en las mil señas de que ahí vivía un Uchiha. La primera vez que entró ahí, se incomodó un poco tras ver todos esos abanicos pintados en la pared, pero no hizo comentario alguno. Ahora le parecía que esos símbolos aumentaban el dolor en ella, como si sólo quisieran arder en la herida.

Avanzó hasta la cocina y abrió el frigorífico. Aún había queso y leche en él. Además, Sakura sintió el olor a atún pasado. Seguramente, Sasuke habría usado ese traste para prepararse una ensalada. Una delgada lágrima paseó por su mejilla.

Dejó la cocina para dirigirse a la habitación, el lugar que más recuerdos le traía y donde el perfume de Sasuke aún no se iba. El ver su cama arreglada, su ropa colgada en el armario y sus muebles cuidados, sólo consiguió que Sakura se sintiera todavía peor.

Aumentando su dolor, Sakura inspeccionó el cajón de su buró. En él, encontró un pequeño baúl de cobre. Llevada por la curiosidad, lo abrió. Apenas pudo creer lo que en él atinó: cubriendo varios objetos, se encontraba una fotografía que Naruto tomó a saber cuándo, de Sakura y Sasuke sentados en el techo de alguna casa; ambos sonreían. Sakura sintió cómo su garganta se cerraba. Tras inspeccionar más la cajita, halló suaves detalles que sólo le destrozaron más el corazón como un mechón rosado rodeando un fino pedazo de madera o algunos pétalos de sakura disecados.

Sakura guardó los pequeños objetos en el baúl y lo apretó contra su pecho, pensando en que tal vez Sasuke no fuera tan indiferente respecto a ella, que tal vez también... también la quiso. Quizá ésa era la razón por la que tantas veces la salvó, por la que tantas veces peleó su batalla, por la que tantas veces caminó a su lado. Sakura no quería ilusionarse, pero el corazón le indicó que no existía otro motivo por el cual Sasuke tuviera aquellas cosas tan cerca de sí.

Podría ser que él la quisiera tanto o más que ella a él, pero lo cierto era que, estando tan lejana de él, Sasuke tenía una habilidad especial para lastimarla.

Por siempre ella (Drabbles SasuSaku)Where stories live. Discover now