Capítulo 19: Destinos Cruzados.

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Hanz observó las dos chicas inconscientes que habían aparecido frente a él tras la misteriosa luz. Estaba desconcertado y no sabía qué hacer.

Hanz: (con preocupación), ¿Quiénes son estas chicas? ¿Cómo aparecieron aquí?

Se acercó a ellas con cautela, notando que ambas parecían estar respirando normalmente. Decidió moverlas a un lugar más cómodo. Con esfuerzo, levantó a una de las chicas y la llevó hasta el sofá de la sala, regresando luego por la segunda.

Hanz: (susurrando para sí mismo), ¿Qué está pasando aquí? Primero esos libros y ahora esto...

Una vez que ambas chicas estuvieron acomodadas en el sofá, Hanz se sentó en una silla cercana, observándolas con inquietud. Pensó en llamar a una ambulancia, pero algo en su instinto le decía que este fenómeno era más sobrenatural que médico.

De repente, una de las chicas comenzó a moverse, despertando lentamente. Abrió los ojos y miró a Hanz con curiosidad y algo de confusión.

Chica 1: (desorientada), ¿Dónde... dónde estoy?

Hanz: (tratando de ser calmado), Estás en mi casa. Soy Hanz. ¿Quién eres tú y cómo llegaste aquí?

La chica trató de recordar, tocándose la cabeza con una mano mientras miraba a su alrededor.

Chica 1: (confundida), Yo... soy Avelinda. No recuerdo cómo llegué aquí. Estaba... estaba atrapada en algún lugar oscuro y luego... luz. Solo recuerdo la luz.

La segunda chica comenzó a despertar también, parpadeando mientras se incorporaba lentamente.

Chica 2: (con voz suave), ¿Avelinda? ¿Dónde estamos?

Avelinda: (volviéndose hacia la otra chica), Serenya, no lo sé. Este es Hanz, nos encontró aquí.

Hanz: (con incredulidad), ¿Avelinda? ¿Serenya? Esto es... increíble.

Las chicas parecían tan desconcertadas como Hanz. Sabía que necesitarían tiempo para comprender lo que había sucedido, y él mismo necesitaba respuestas.

Hanz: (con determinación), Bueno, sea lo que sea que haya pasado, lo descubriremos juntos. Primero, deben descansar y recuperarse.

Avelinda y Serenya asintieron, agradecidas por la hospitalidad de Hanz. Él se quedó sentado, vigilándolas, mientras su mente se llenaba de preguntas y posibilidades. Esta era solo el comienzo de algo mucho más grande de lo que él había imaginado.

Después de unas horas, Serenya se había quedado dormida en el sofá, su respiración era tranquila y profunda. Avelinda, notando que su compañera estaba descansando, se levantó con cuidado y se dirigió hacia Hanz, que estaba sentado en una silla cercana, perdido en sus pensamientos.

Avelinda: (con voz suave), Hanz, ¿puedo hablar contigo?

Hanz levantó la mirada, sorprendido pero agradecido por la iniciativa de Avelinda.

Hanz: (asintiendo), Claro, Avelinda. Tengo muchas preguntas, pero no quería presionarlas. ¿Qué está pasando? ¿Quiénes son ustedes realmente?

Avelinda se sentó frente a Hanz, tomando un momento para ordenar sus pensamientos antes de responder.

Avelinda: Entiendo que todo esto es confuso y extraño, incluso para nosotras. Me presentare de nuevo. Mi nombre es Avelinda, el Grimorio de la Ilustración, y mi compañera es Serenya, mi hermana, el Grimorio de la Imaginación. Venimos de otro mundo, uno muy diferente al tuyo.

Hanz frunció el ceño, tratando de comprender.

Hanz: ¿Otro mundo? ¿Cómo es posible? Y esos libros... ¿Qué son?

Última EsperanzaWhere stories live. Discover now