5. Violet

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Encuentro Inesperado.


Mi corazón da un salto al verlo. Es un hombre de un metro ochenta y siete, con el cabello negro revuelto por la brisa del bosque y cejas oscuras que enmarcan su mirada intensa. Su quijada fuerte cubierta por una barba perfecta, y su piel bronceada de calidad resaltaba sus brazos tonificados. Los músculos de su pecho y brazos se movían con una gracia que me obligan a tragar saliva. Sus ojos, de un color gris inusual, brillan con determinación bajo el uniforme militar, haciéndolo ver atractivo, hermoso. No deja de apuntarme con su arma cuando dice:

— ¿Qué estás haciendo aquí? Los civiles no pueden estar en esta área de la frontera que pertenece a EEUU del Norte.

—¿Que...? —balbuceo sin dejar de mirarlo —Lo siento, no sé de qué me estás hablando.

—Me enseñas tu documentación o tendré que llevarte al cuartel general.

Lo miro confundida.

—No tengo mis documentos aquí, llevo perdida en este bosque —señalo a los inmensos árboles —No sé ni dónde estoy, ¿Tú me puedes ayudar?, ¿cierto?

—Documentos, por favor —gruñe.

—Jaaa —digo rodando los ojos. —¿Eres sordo o qué? —expecto, y cruzo mis brazos sobre el pecho. —No tengo ningún documento, Me perdí en el bosque; estaba haciendo senderismo y terminé aquí.

Lo miro y veo que su agarre en el arma se afloja un poco.

—Me puedes ayudar, necesito volver. ¿En qué parte de Los Ángeles estoy?

—¿Los Ángeles? —Responde confundido —No estás en Los Ángeles, estás en Oregón.

Guarda la pistola en su funda a un costado.

—¿Qué? ¿Cómo? ¿Qué dices? ¿Cómo que Oregón? —abro mis ojos como platos.

—Sí, esto pertenece a Oregón, estás en EEUU del Norte —dice, dando un paso en mi dirección.

—No puede ser.

Inspecciono el lugar, miro el uniforme es de un verde oscuro, y sobre su hombro resaltan cuatro estrellas que denotan un rango de distinción. Sobre su pecho, cerca del corazón, se encuentra una pequeña bandera, adornada con franjas en tonos de azul y rojo, y las 24 estrellas que representan los estados que les pertenecen.

—¿Cómo diablos llegué aquí? —Me llevo la mano a la cara. —¿Me puedes ayudar? Sé que sí —digo en un tono suplicante.

—¿Cómo sé que no eres una espía?

Solté una carcajada nerviosa.

— ¿Yo, una espía? —me señalo con el dedo. —¿No tienes algo mejor que eso? —Él me mira.

Observo al soldado con ojos amplios, mi mente gira en un torbellino de confusión y miedo. Su uniforme verde oliva está manchado de barro y hojas, indicando que ha estado patrullando el bosque. Su rostro muestra líneas de tensión y desconfianza. Puedo sentir su mirada penetrante. ¿Cómo puede decir semejante cosa que soy una espía?

— ¿Así que eres del Sur? —pregunta con voz grave y autoritaria

—No —respondo rápidamente —nunca te he dicho de dónde soy —lo miro con una ceja arqueada.

Noto las venas que se tensan en su cuello y la mandíbula apretada. ¿Es un hombre de honor o simplemente un peón obediente en un juego más grande? No, lo sé, pero siente la urgencia de encontrar una respuesta. El oficial representa la ley, pero también una amenaza inmediata. ¿Cómo puede convencerlo de mi inocencia? ¿Cómo escapar de esta situación sin poner en riesgo mi vida?

Cruzando Fronteras.Where stories live. Discover now