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Akira.

Damon me manda un mensaje.

《Ven a mi oficina》

Voy sin pensarlo dos veces, no sé cómo se enteró. Pero la verdad lo agradezco en cierto modo.

Camino rápido hacia su oficina.

Ahí me los encuentro.

El idiota sentado y  amarrado a la silla.

Y Damon de pie.

—Tenemos visita nuevamente.—Dice Damon con una sonrisa.
—Pasa mi amor.

Con una sonrisa me adentro a la habitación, cerrando con seguros detrás de mí.

Damon.

La veo entrar. Segura de sí misma. Con una sonrisa en el rostro.

Saber que intentaba protegerme me conmueve. Pero me enoja a la vez.

Soy yo quien tiene que protegerla. No ella a mí.

Joder.

Estuve a punto de perderla.

Y todo por este idiota.

—N-no. Ustedes...

—¿Te vamos a matar? Sí.—Respondo al instante la pregunta.—Resulta ser, que odiamos a las ratas del estado. Y más a las que se empeñan a destruir nuestro matrimonio.—Me remango la camisa.—¿De verdad te creíste que mi mujer iba a conspirar contra mí?

Me río.

—Idiota.—Digo para luego darle un puñetazo dándole vuelta la cara.

Salpica sangre al piso.

—¡Pusiste a mi familia en riesgo!—Grito dándole otro golpe.

—Damon. Baja la voz. Te pueden escuchar.—Interviene Akira.

Que está a un lado.

Sentada.

Observando.

Con las piernas cruzadas, apretando los muslos.

Joder...

Ella me sonríe.

—No me juzgues. Me gusta ver como mi hombre defiende a su familia.—Se encoge de hombros.—Sigue. No creo que tengas eso nada más para dar.


Mierda.




Me doy vuelta concentrando mi atención en el policía.

—Tienes suerte de que a mi mujer no le pasó nada. De lo contrario acabaría hasta con tu puta esposa.—Le doy un último golpe.

Esperando que se levante.

Que diga algo. Pero no lo hace.

—¿No vas a decir nada?—Pregunto estresado por su silencio.

No responde.

—Akira. La cuchilla.—Extiendo la mano para que me la pase.

Al sentir el frío metal en mis manos, me acerco más a él. Y corto la tela de su horrible ropa.

—¿No vas a hablar? Bien. Te sacaré las putas palabras.—con una parte de su pecho descubierto. Clavo superficialmente el cuchillo. Haciendo que suelte un grito.

Si no hablara. Voy a dejar mi nombre grabado en su piel.

Empiezo con la D.

Trazando en su piel áspera la letra haciendo que se retuerza del dolor.

—P-para...—Pide quejándose.—Maldito... Mafioso.

Logra formular.

Me detengo.

Al parecer si va a hablar.

—¿Tienes algo que decirme?

Niega.

Idiota.

Al parecer esto no ha funcionado...

Pero tal vez.

Perder algún dedo sirve.



Tomo a la fuerza su mano. Y le coloco un dedo en la mesa.

—Bueno. Tú lo pediste.—Coloco el cuchillo encima de su dedo.

Y lo rebano.

Él llora. Grita...
Pero no habla.

Hijo de puta.

—Mátalo de una vez. No va a hablar.—Añade Akira.

Cansado de todo esto

Entierro el cuchillo en su estómago. Lo suficientemente profundo para perforar algunos de sus órganos.

Morirá lentamente.

En agonía.

—N-no soy el único que te quiere muerto—Dice botando sangre por la boca.—Solo f-fui un peón... El no se detendrá... Acabará con ustedes...

—¿Quién?—Pregunto.—¡Habla hijo de puta!—Grito exasperado.

Se gana un último golpe.

El idiota ya no responde.

Ni siquiera sé si respira.

—¡Joder!—Grito tirándolo de la silla.

Cae al suelo de espaldas.

Dejando ver un tatuaje en su cuerpo.

No.

Joder.

Esto no puede ser.

Ese tatuaje...

Debió desaparecer hace tiempo.

Me asegure de que nadie que lo portará quede vivo.

Joder...
Esto tiene que ser una broma de mal gusto.

—Damon... ¿Estás bien?—Dice Akira.

Pero no le hago caso.

Tengo que salir de aquí...

Desabrochando mi corbata, en busca de aire. Salgo de la oficina cerrando con un gran portazo.

Está mierda. No puede ser real.

Dominame [Segundo Libro]Where stories live. Discover now