Alessia se despertó con una sensación de anticipación en el estómago. Hoy veía a Laia otra vez, y no podía dejar de pensar en ella.

Después de un entrenamiento ligero por la mañana, se dedicó a preparar su apartamento para la ocasión, asegurándose de que todo estuviera en perfecto orden. Aunque la chica ya había estado en su casa, quería que Laia se sintiera cómoda y bienvenida.

A medida que el reloj avanzaba, Alessia se sentía más y más nerviosa. Se vistió con un conjunto casual pero elegante, sus tejanos ajustados favoritos y un top blanco. Quería vestir bien, pero sin parecer que se había esforzado demasiado. Su corazón empezó a latir con fuerza cuando el timbre de su apartamento sonó.

Laia estaba allí, con una sonrisa cálida en su cara y un ramo de flores en la mano. "Hola, Alessia. Te he traído flores, las he visto al pasar por una floristería de camino y no me he podido resistir", dijo, entregándole el ramo.

Alessia aceptó las flores con una sonrisa radiante. "Gracias, Laia. Son preciosas. Pasa, por favor", respondió, abriendo la puerta y haciendo un gesto para que entrara.

Laia entró en el apartamento y miró a su alrededor, recordando su primera cita mientras Alessia colocaba las flores en un jarrón con agua.

" Ya está, ¿Lista para nuestra cita?" preguntó Alessia, intentando contener su emoción.

Laia asintió. "Sí, lista. ¿Vamos?"

Las dos salieron del apartamento y se dirigieron al coche de Laia. Alessia había reservado en un restaurante italiano bastante cercano. Durante el trayecto, hablaron sobre sus días, riendo y compartiendo anécdotas divertidas.

Cuando llegaron al italiano, les dirigieron a una mesa en una esquina tranquila y se sentaron. La atmósfera era cálida y acogedora, con una suave música de fondo y el aroma de la comida italiana llenando el aire.

"Este lugar es encantador", comentó Laia, mirando a su alrededor.

"Me alegra que te guste. Pensé que sería un buen lugar para que pudiéramos cenar tranquilamente", respondió Alessia, sonriendo.

Pidieron sus bebidas y un plato de pasta para compartir y empezaron a hablar sobre una variedad de temas: sus trabajos, sus familias, sus intereses. Alessia se sentía cada vez más conectada con Laia, admirando su pasión por la enseñanza y su amor por los niños.

"Siempre he querido trabajar con niños", dijo Laia, bebiendo de su vaso. "Hay algo mágico en ver cómo crecen y aprenden cada día. ¿Y tú, Alessia? ¿Siempre quisiste ser futbolista?"

Alessia asintió. "Sí, desde que era pequeña. Mi padre solía llevarme a los partidos y me enseñó a jugar. Siempre me sentí libre y feliz en el campo de fútbol. Es donde puedo ser yo misma".

Laia sonrió. "Eso es precioso. Se nota que adoras lo que haces".

La conversación fluía fácilmente, y antes de que se dieran cuenta, habían pasado más de una hora hablando y riendo. Esta vez era Laia la que no quería que la cita terminara tan pronto, así que decidió invitar a Alessia a su apartamento.

"¿Te gustaría venir a mi casa? Tengo champán, podemos celebrar lo que sea", sugirió la profesora, con una sonrisa esperanzada.

A Alessia pareció gustarle la idea. "Me encantaría. Suena perfecto".

Al llegar al apartamento de Laia, le enseñó todo a Alessia y les preparó las copas con champán. Se sentaron en el sofá y se taparon con la manta abrazadas.

Brindaron con las copas de champán en la mano, mirándose a los ojos con sonrisas cómplices.

"Por nosotras," dijo Laia, levantando su copa.

"Por nosotras," repitió Alessia, chocando suavemente su copa con la de Laia antes de beber.

A medida que avanzaba la noche, decidieron poner una película. Eligieron una comedia romántica ligera, algo que complementara la atmósfera relajante.

Ambas se acurrucaron bajo una manta en el sofá, sus cuerpos cómodamente entrelazados. Mientras la película comenzaba, intercambiaban miradas y sonrisas, disfrutando tanto de la compañía de la otra como de la película en sí.

Cada tanto, Alessia inclinaba su cabeza hacia Laia y le daba un beso en la mejilla, en el cuello o en los labios. Como si no pudiera resistirse a la cercanía y al magnetismo de la chica. Laia respondía con igual entusiasmo, sus besos eran dulces y suaves.

Entre besos y copas de champán, la película pasó casi desapercibida. Alessia sentía una conexión profunda y sincera con Laia, algo que iba más allá de la atracción física. La forma en que Laia la miraba, la manera en que sus manos se entrelazaban con naturalidad, todo parecía indicar que estaban en la misma sintonía.

Al empezar a ver los créditos en la pantalla, Laia pausó la película y se giró hacia Alessia, mirándola con una sonrisa.

"No quiero que te vayas, ¿Quieres quedarte a dormir?" La pregunta salió de los labios de Laia con una suavidad que apenas disimulaba la esperanza en su mirada.

Alessia sonrió y le dio un beso en los labios "Me encantaría quedarme," respondió, su voz apenas un susurro.

Laia sonrió, se levantaron del sofá, todavía entrelazadas, y se dirigieron hacia la habitación de Laia. Era un espacio acogedor, con luces suaves y una cama cubierta con una colcha de colores cálidos.

Se metieron en la cama juntas, acurrucándose bajo las sábanas. Alessia podía sentir el latido del corazón de Laia contra su piel, un ritmo tranquilo y constante que la hacía sentir segura.

Continuaron hablando en susurros, compartiendo historias y sueños hasta que las palabras se hicieron innecesarias y solo quedaron los besos y las caricias.

Alessia no podía recordar la última vez que se había sentido tan en paz, tan completa. Laia, por su parte, estaba igualmente encantada. Había algo en Alessia que le hacía sentir viva, un sentido de propósito y alegría que no había conocido antes.

Ambas estaban tan centradas en la otra y perdidas en sus besos, que el calor empezó a hacerse presente entre ellas. Ninguna podía parar, hasta que, al jadear por la excitación de la situación, ambas se dieron cuenta de que era muy pronto y pudieron parar antes de que escalase a más.

Finalmente, el cansancio empezó a apoderarse de ellas. Se acomodaron aún más cerca, Laia con la cabeza en el pecho de Alessia, escuchando el suave ritmo de su corazón.

"Buenas noches, Lessi" susurró Laia, sintiendo cómo el sueño la iba envolviendo.

"Buenas noches, preciosa," respondió Alessia, dándole un beso mientras acariciaba suavemente su pelo. Cerraron los ojos, dejando que la tranquilidad de la noche las envolviera.

Se quedaron dormidas, entrelazadas y felices.


————————————————-

Ahora si que puedo actualizar los demás, quería avanzar este un poco primero.

Si queréis que escriba algo en concreto, dejádmelo en comentarios y lo intentaré incluir en la historia!!

(🇪🇸) Your ocean eyes - Alessia RussoWhere stories live. Discover now