TREINTA Y CINCO

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- Según los resultados psiquiátricos, Adriana Evans se encuentra en perfectas condiciones mentales.

- Exactamente. Mi cliente tiene la capacidad de cuidar a la menor, su condición económica es excelente y...

- ¿De qué le va a servir el dinero si no sabemos bajo qué presión mantenga a la niña? - interrumpió Matilde- Señoría, usted conoce varios casos similares a éste. Que a la niña se le concedan todos los caprichos que quiera, no es lo apropiado. - empezó a caminar de un lado a otro - La niña tiene derecho a tener una familia que quiera cuidar de ella, que le brinde un hogar más no una simple casa. Mi cliente, Lucero Hogaza, ha demostrado que es capaz de hacer a la menor completamente feliz. En salud está muy bien, sus inyecciones y las citas pediátricas están en orden... Por lo que vuelvo y le repito, Señoría, nuestra principal preocupación es la menor. - finalizó su conclusión y se escucharon varios murmullos y algunos aplausos que fueron silenciados por el juez.

- ¡ Orden ! - gritó. - ¿ Qué dice el jurado? - consistía básicamente en un grupo de personas vestidos de traje con cara de pocos amigos. Habían debatido el caso anteriormente, por lo que el día de llegar a una conclusión definitiva, había llegado.

- Bueno, - empezó uno de los líderes - Centrando nuestra atención en el bienestar de Bárbara Evans, se ha llegado a la conclusión de que Lucero Hogaza debe seguir haciéndose cargo de ella.

- Así qué... Hogaza. Le aconsejo contraer matrimonio lo más rápido posible, la idea redunda en una familia estable para la menor en la que padre y madre cumplan su función sobre la menor.

Asintió enérgicamente tratando de controlar las lágrimas que caían como un torrente por sus mejillas. No lo podía creer, al fin había pasado todo éste embrollo y los primeros rayos de sol empezaron a aparecer tras la densa neblina en la que se había convertido su vida los últimos días por culpa de la preocupación. El tradicional golpeteo del juez a la mesa seguido de un Caso Cerrado le dio la tranquilidad que necesitaba sentir, ¿qué sería de su vida sin la niña de sus ojos?

La gente empezó a desalojar el lugar mientras la familia Hogaza desbordaba felicidad.

- Bonita... - se acercó Fernando con intención de abrazarla.

- No me hables ahora. - tomó a Daniel Ángel de los brazos de Cecilia y salió de la sala.

- ¿Aún sigue enojada? - inquirió Matilde desde lejos

- Algo así. - contestó frió.

- Fernando... Lo siento mucho, de verdad y espero que las cosas entre Lucero y tú se solucionen. - mintió.

- Eso no es cierto y lo sabes. - espetó con rudeza - Hiciste que ganáramos el juicio, y te lo agradezco, pero no tiene ningún derecho a meterse en mi vida privada.

- Fernando... Es inevitable la atracción que siento hacia ti. Desde que tu padre me habló de ti, supe que me gustarías.

- Estoy con alguien, Matilde. Y lamento decirte que ese alguien es la mujer que amo, de la que estoy enamorado, la madre de mis hijos y con la que me voy a casar.

Antes de que Matilde respondiera, Ana lo interrumpió desde la puerta de la enorme sala. - Fernando, te estamos esperando. - salió.

*~*~*~*~

- ¿Qué se supone que cenaremos?

- No lo sé. No veo nada cerca.

- Deja de contestarme de esa manera, Natalia.

- Entonces deja de decir tanta tontería.

- Solo tratando de que poda...

- Me importa un bledo lo que estés intentando hacer. - contestó exasperada. - Quiero que te calles, porque estoy completamente segura de que no tienes nada interesante ni inteligente qué decir.

Con tan pocos años Where stories live. Discover now