EXTRA 11: QUE MUERA YA

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Los preparativos para la recién anunciada boda entre Rosabella y Gerald comenzaron esa misma noche. No era una tarea exhaustiva, pues básicamente era volver a poner lo que habían preparado el día que ella lo rechazó.

Sin embargo, en el Palacio olvidado por la oscuridad y el tiempo, Daring observaba con tristeza y arrepentimiento la rosa con escasos pétalos. Sus pupilas sigueron el movimiento lento de aquellos que marcaban el final de todo. Daring escuchó el tintineo de sus sirvientes al entrar a su habitación; desde Rosabella, él había levantado la orden de que nadie podía ir ala oeste, ahora, gracias a esa chica con nombre de una rosa, él ya no sentía avergonzado por sí aspecto.
No obstante, la culpa por haber condenado a sus sirvientes lo mantenía con una gran pena que era inevitable conforme al desmembramiento de la flor encantada.
Chip, Céline y los mellizos permanecieron callados, pero cerca, como siempre, de su amo para cuidar el corazón de la bestia que sufría en silencio por la ausencia de la joven que logró darle un poco de brillo a su vida.

Por la mañana, los preparativos comenzaron desde muy temprano. Muchos creerían que la boda se haría en la tarde, pero al ser noche de luna llena, Gastón decidió que se haría cuando el cielo estuviera oscuro. El general Le-Gume coordinó cada parte del festejo, adornó la capilla con flores frescas, con rosas rojas y blancas. El banquete fue algo rústico, pero los aromas eran tan hogareños que abrían el apetito muy fácil. La taberna se limpió por primera vez en mucho tiempo; las cabezas de los animales disecados fueron lustradas y el cuadro del padre y del hijo fue barnizado y acomodado  para poner en un futuro una pintura de la feliz pareja.

Separados para mantener la tradición, Gerald se alistó el solo para su gran día. Su padre le había conseguido un traje de uno de los diseñadores más famosos de París; al ponerse el traje de color rojo sangre, pudo sentir la calidad de la tela y el costo de ella. Cuando su madre le contaba de su boda, solía recordarle a su hijo que los nervios que sentiría de transformarían en mariposas dentro de su estómago.
Pero, aunque siempre se había sentido atraído por Rosabella, Gerald no era capaz de sentir esas mariposas en ese instante. Lo único que sintió fue el miedo y la culpa; miedo por decepcionar a su padre y culpa por haber recordado la manera en la que Jean lo había mirado la noche anterior.

Se acomodó su ramillete y antes de peinar su cabello, la puerta de su alcoba se abrió de golpe. Jean la cerró a su espalda y antes de poder interrogarlo, el castaño le tapó la boca con su mano.

—Antes que digas una tontería, no estoy molesto contigo por haberme tratado así frente a tu padre.

La mirada molesta de Gerald se suavizó por ver la sonrisa de Jean.

—Pero... vengo a pedirte que no hagas esto, Gerald. No te cases.

Gerald lo miró con duda y sorpresa. Jean quitó su mano y le dio la espalda.

—¿Qué no me case? ¿Sabes lo que dices? Jean, no puedo hacer nada. Yo-yo me prometí casarme con Rosabella y lo voy a hacer.
Se supone que eres mi amigo, mi mano derecha ¿¡Por qué no estás de mi lado?!

—¡Porque esto no es lo que quieres en realidad! —Jean le dio la cara y no dudo en mostrar el dolor que le causaba al ver a Gerald con vestiduras para una boda— Siempre haz tenido miedo de tu padre, pero nunca haz podido desafiarlo. Tú odias hacer lo que él te dice... y yo lo odio por haber condenado a mi padre al asilo donde ahora quiere condenar a los Beauty. No te puedes casar porque eso no es lo que quieres... eso no es lo que quiero.

Gerald se sobresaltó por esa última frase de su amigo. Frunció un poco el ceño por la duda y luego lo relajó. Acorraló a Jean en la pared y lo obligó a verlo a los ojos.
Ambos se miraron y los dos sintieron una rara pero vigorozante calidez en su pecho por esa cercanía; sus labios cosquilleaban por acercarse a los otros.

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⏰ Last updated: May 17 ⏰

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Siempre serás una bestia. [Darbella]Where stories live. Discover now