EXTRA 3: PRISIONERA.

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Con el paso de los días, Rosabella tachaba en un pequeño calendario los días que faltaban para que sus padres volvieran a casa. No se había sentido tan sola desde hace mucho tiempo y aunque se dedicará a su hogar, seguía sintiéndose sofocada.

—Que raro...ya deberían haber vuelto— dijo en un pequeño susurro al ver por la ventana de su habitación. Ya habían pasado un par de días de que sus padres debieron haber regresado.
Rosabella procuraba no pensar en ello. —Seguramente se detuvieron en otro lugar para hacer algunas compras... sí, eso debe ser—
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Sentada en su cama, la castaña terminaba de remendar uno de los abrigos de su padre mientras tarareaba en la soledad de su habitación. Pero ese silencio se rompió con el sonoro bullicio que podía escucharse fuera de su casa.
Se puso de pie y fue hasta su ventana para poder observar a lo lejos como todo el pueblo estaba reunido en una fiesta, o al menos eso parecía. Podía ver qué todos estaban con sus mejores ropas y el lugar en donde se encontraban estaba muy bien decorado...incluso pudo ver lo que parecía ser un gran pastel.

Dos fueron los golpes que pudo escuchar en la puerta principal de su hogar. Dejó el abrigo en su cama y aliso su vestido al bajar por las escaleras. No esperaba visitas y sabía que no se trataba de sus padres, ya que si lo fueran ¿Por qué tocarían la puerta de su propia casa?.
Ella no dijo nada y tampoco abrió la puerta en cuanto llegó, utilizó un pequeño orificio de cristal que había en la gruesa madera de su puerta para poder mirar de quién se trataba.

Su estómago se encogió y un pequeño dolor de cabeza comenzó cuando cubrió con su mano el pequeño orificio. —Gerald...— Dijo en una voz cansada antes de sonreír de manera cálida al abrir la puerta. —Buenas tardes, Gerald...¿Qué haces aquí?—

—¡Ross!— él se dió paso a su casa y
Le hacerse a un lado para poder caminar y sentarse en cerca del comedor. —Hoy, hermosa Rosabella, es tu día de suerte. Imagínate, ha llegado el día en que todos tus sueños serán cumplidos— Alardeó al acomodar su cabello y un muy elegante traje negro.

—No me hagas reír...— se acercó a él y quitó sus pies que él ya había puesto en la mesa. —¿Qué sabes de mis sueños?

—¡Todo! Toda mujer hermosa tiene el mismo sueño... encontrar a un hombre fuerte, apuesto y varonil con quién casarse. Después, tener una gran casa en el pueblo...ya nos ví, Rosabella— Sus últimas palabras hicieron que su rostro de ella fuera de sorpresa y más al verlo pararse y caminar hacía ella.

—¿Nos...viste? ¿Qué dices, Ger?

—No seas tan inocente, linda.
Imagínate, tú atendiendo la barra de mi taberna y mientras yo cuido a nuestros niños ¿5 son muchos? Me parecen pocos...pero lo importante, es que tú eres la afortunada que voy a llevar al altar—

Rosabella se encontraba retrocediendo hasta que su espalda golpeó contra la puerta de su casa, su corazón latía con fuerza debido a la proximidad que él había tomado al acorralarla con sus brazos. Gerald gerald acerco su rostro al de ella y sus respiraciones chocaron ocasionando que Rosabella llevará sutilmente su mano hacia la perilla de la puerta.

—Gerald...me dejas sin habla...es una gran oportunidad, lo digo en serio y me honra que me hayas considerado...pero...— su mano sujeto la perilla y la giro lentamente sintiendo como la puerta se abría un poco. —No puedo aceptar— ella se hizo un lado, abrió la puerta y jeral salió tirado en un charco de lodo A las afueras de la casa de Rosabella.

Debido al sonido de la puerta, Jean comenzó a guiar la música nupcial, justo como Gerald le había ordenado.
Sin embargo, no hubo una salida de los futuros esposos cómo todos pensaban. Gerald salió del charco y caminó con sus ropas empapadas de lodo.

Al verlo, Jean corrió hacia él y fue detenido por el azabache cuando lo sujetó con fuerza del cuello y lo arrojó al mismo charco.—No quiero escuchar preguntas tontas... escúchame bien...tendré a Rosabella cómo mi esposa ¡Y lo haré sin importar qué!—
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Después de unos minutos, Rosabella salió por la puerta de su cocina, la cuál llevaba al pequeño gallinero. —¿Se fué?— Un par de gallinas se acercaron a sus pies y la morena les vertió un poco de migajas. —¿Pueden creerlo? ¡Me iba a llevar a casarnos! ¿Yo, esposa de él, un infiel de primera?...—

Siempre serás una bestia. [Darbella]Where stories live. Discover now