parte 7

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Violeta corría por el lado izquierdo del campo. Parecía imposible, pero era aún más rápida que antes.

Si no estuviera tan enfadada con ella, me intimidaría igual que a las demás. Todas mis compañeras observaban el talento de la pelirroja que con habilidad corrió cerca de la portería antes de pasarle la pelota a una de nuestras delanteras para que marcara.

"¡Muy bien Violeta!", gritó nuestro entrenador desde el banquillo.

Este era MI terreno. MI equipo. Si ya no podía disfrutar del fútbol ¿Qué me esperaba? Mi cabreo fue creciendo cuando mis compañeras empezaron a animarla. Ya era parte del equipo, estaba segura. Era demasiado buena y nuestro entrenador sería un idiota por no meterla.

El entreno continuó y cuando a Violeta le llegó la pelota otra vez, corrí e intenté pararla, a pesar de que esa no era mi posición. La conocía mejor que las demás. Hubo al menos una posibilidad de anticiparme a su siguiente movimiento, así que corrí y la obstaculicé. Dudó un poco y me puse delante de ella, pero se las arregló para pasar la pelota por encima mío. Al moverme para quitarle la pelota, la pisé. Violeta cayó al suelo y oí a algunas jugadoras quejarse por mi falta.

"¡Chiara qué haces! Le podrías haber hecho daño", Alexia corrió hacia Violeta que se sentaba en el suelo con dolor. Me miró con una mezcla de incredulidad y enfado.

"Si no puede aguantar esto no debería intentar meterse en las grandes ligas", escupí y sentí los ojos amenazantes de Violeta mirándome. Se puso de pie rápidamente.

"Para ya" regañó Alexia, pero oí al entrenador gritar mi nombre. No era bueno. Corrí hacia él y vino a mi memoria un caso similar de hace unos años.

"¿Tenemos un problema, Chiara?", preguntó con firmeza.

"No, Jonatan. Todo bien."

"¿Estás segura? ¿Quieres explicarme entonces por qué casi le rompes el tobillo a Violeta?"

"Ha sido sin querer."

"No sé qué te pasa hoy pero tienes que relajarte. Quiero que Violeta entre en el equipo porque sé el dúo que hacéis en el campo." explicó. "¿Hay alguna razón por la que no debería considerar a Violeta para el equipo?"'

"No" dije en voz baja.

"A las duchas, ya hemos acabado" gritó para todo el equipo.

Cogí mi botella de agua y me dirigí a los vestuarios. Quería que se acabara este día ya. En ese momento no sabía con quién estaba más cabreada, si con Violeta por haber venido o conmigo misma por ser tan imbécil. Me senté donde siempre y me esperé en el banco mientras llegaban el resto de chicas. Mis ojos se centraron en Violeta, que estaba hablando con un par de jugadoras, y noté su cojera mientras andaba.

Si las miradas mataran, yo estaría muerta. Tragué saliva antes de esquivar sus ojos y saqué el móvil para distraerme. No pasó mucho tiempo antes de que mis ojos vagaran de nuevo hacia ella. Violeta se había quitado la camiseta y mis labios se separaron sin querer cuando vi su cuerpo semi desnudo.

"Estás mirándola fijamente", oí a Alexia susurrar a mi lado y dejé de mirarla. Me sonrojé y me aclaré la garganta. Metí las cosas en la bolsa de deporte y me levanté.

"¿Dónde vas? ¿No te duchas?", preguntó Alexia confundida.

"No, me ducharé en casa", le expliqué y me fui del vestidor tan pronto como pude. Una cosa era tener a Violeta conmigo en el terreno de juego, y otra muy distinta era compartir las duchas con ella. Sólo la idea me causó palpitaciones. 


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Estaba sentada en la mesa del restaurante del hotel de Nueva York después de que ganáramos un partido importante. Ya que estábamos aquí, quisimos celebrarlo con una cena y unas copas después. Por lo general, nos íbamos el mismo día, pero gracias a ese triunfo excepcional nos merecíamos una noche extra.

Más que un Juego | KiviWo Geschichten leben. Entdecke jetzt