Capítulo treinta y tres

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Aurora

Me levanto rápidamente y busco a mi bebé que está llorando en los brazos de Daemon, pero no es eso en lo que me concentro es en el niño que lo ve con un brillo de alegría es sus ojos.

—León— le hablo al niño de cabello azabache que me mira como si no pudiese creerlo.

—Aurora— corre en mi dirección y lo estrecho en mis brazos dandole un cálido abrazo, extrañé a este niño como a nadie en el mundo en las semanas y meses que me alejé de aquí— no te volverás a ir ¿Verdad?, padre dice que no te irás y ahora menos con mi hermanito.

Sonrío y miro a Daemon.

—No, no me iré.

Daemon sonríe y le entrega el bebé a la niñera.

—Las prueba de sangre ha llegado hoy — me dice y de inmediato una rabia crece en mi interior.

—¿Que hiciste?— cuestiono y él ve mi enojo de inmediato.

—Nos dejan solos por favor.

La niñera se lleva a León y mi hijo de meses.

—Le hice una prueba de ADN.

Niego lentamente.

—¿Sin mi consentimiento?— alzo la voz y me siento rabiosa.

Daemon saca el papel que me altera los nervios y avanzo para quitárselo pero me lo impide. Cómo fué capaz de tal cosa, amo a mi bebé y no quiero que un prueba de ADN vuelta a traerme todos los malos recuerdos de cuándo supe que estaba embarazada y no quería tenerlo. No quería traer a un hijo en el mundo que fué producto de una violación o quizás producto de un amor.

—Su sangre es cien por ciento compatible con la mía — Daemon cae de rodillas frente a mí y me paralizo— no me arrodillo ante nadie, me enseñaron que es a mi a quién deben arrodillarse y ahora lo hago frente a la mujer que amo y amaré hasta el final de mis días, es mi hijo, mi sangre y el heredero de mi clan. Y de rodillas te pido el perdón de corazón.

Los ojos se me llenan de lágrimas y de rabia, aún tengo mucha rabia.

—Si de verdad me amas déjame ir, merezco vivir lejos de todo esto.

Daemon agacha la cabeza y luego la levanta. Se pone de pie.

—No, flor, te lo dije una vez. No pienso dejarte ir y mucho menos ahora que ese bebé es mi sangre.

—Bien— respondo — vivamos juntos pero no pienso ceder a ti.

—No seas terca— se me acerca y me toma a la fuerza. Todo mi cuerpo reacciona a él de inmediato y eso me frustra— me deseas tanto como yo a ti— me respira en el cuello y pongo distancia entre nosotros.

Daemon me besa a la fuerza e intento alejarme pero es inútil, es más fuerte que yo y termino besándolo con el mismo hambre.

—Él y tú míos — dice sobre mis labios mientras desgarra mi ropa con ansias, como si no hubiésemos estado antes así de calientes y deseosos el uno por el otro.

Le muerdo el labio con fuerza y emite un gruñido que me altera los nervios y la cordura con lo excitante que se escucha.

Michelle

¿Cómo procedemos señor? — uno de mis hombres me habla. Observo como ella besa a Daemon con el mismo deseo que yo hubiese querido que lo hiciera conmigo, no puedo competir ante él y ella no cederá conmigo si me la vuelvo a llevar.

Estoy molesto y esto es un juego más de honor que por esa mujer que llegó a alterar mis nervios.

Y es momento de la verdad.

Atravieso la puerta derribandola. Ambos dejan de hacer lo que hacían y ella me observa horrorizada.

Hace ya más de un año, cuando me llevé a Aurora. Daemon se comunicó conmigo, me pidió protegerla de su padre y que ahora era momento de cobrar el favor que yo le debía.

Nos odiamos pero eso no quita que en nuestro pasado hayamos tenido una buena amistad.

Aurora no lo sabe, a final de cuenta ella terminaría volviendo a él.

—Michelle— me dice y su voz es un dulce sonido en mis oídos. Mis sentimientos por ella cambiaron pero no pienso volver a repetir la misma historia con Daemon— por favor, no hagas nada de lo que te puedas arrepentir.

De lo único que me arrepiento es de haber fingido todo este tiempo. Solo hemos tenido peleas de clanes, peleas territoriales pero el pelear por una mujer pasó una vez y no pienso que la historia se repita.

Salvatore está muerto, yo mismo lo he matado y ahora es su mandato queda su unica hija, sangre de la sangre de la famiglia.

—Tu hijo no tiene mi apellido — confieso y ella frunce las cejas — nunca quise ir más allá por él, por qué si fuese sido por mí ya estuvieses enamkeada de mí.

Daemon suelta una carcajada.

—Daemon lo arruinó en el momento que se dejó nublar por la traición de tu hermano y por ello viniste a mí. Gracias a qué te di aquel collar, quería matarte para que él sufriera como yo lo hice pero cuándo me llamo meses después lo entendí, nos reunimos a las afueras de la ciudad y... ¿Recuerdas cuando llegué golpeado y tú te ofreciste a curar mis heridas? Entendí el por qué él te amaba, por qué te ama y además, estaba seguro que el bebé era de él y no de Artemys.

La veo soltar a Daemon y sus ojos brillan de lágrimas.

—Nunca estuvimos casados y... Sabía que eras la mujer del hombre que una vez fué mi amigo.

En ese instante un disparo se hace presente en el lugar y ella emite un grito desgarrador, el pecho me duele de pronto y noto el hilo de sangre que abandona mi pecho, me giro a tiempo para ver al mismísimo Salvatore Ferretti de pie con un arma que vuelve a detonar en mi dirección.

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