Han pasado tres años desde que Leigh sufrió a manos de un monstruo. Y ella se ha dedicado a sanar, finalmente, decide dejar atrás Wilson, y empezar una nueva etapa en la Universidad de Artes de Asheville. En compañía de Mary y de dos guardaespaldas...
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LEIGH
No puedo seguir con esto.
Ya no podía seguirme ilusionando cada vez que algo pasaba en la casa Stein o cuando Anesha me enviaba este tipo de fotos. Sí, la motocicleta era parecida y ese mensaje de texto desconocido me aceleraron el corazón, pero no me permitiría crearme falsas esperanzas, dolía demasiado cuando la realidad terminaba siendo otra.
Tomé un sorbo de mi Coca Cola de fresa y ojeé la vista desde la gran ventana de uno de los tantos cafés que rodeaban la universidad. Estábamos en un segundo piso, los árboles y sus ojos coloridas de otoño se sacudía con la brisa matutina en la distancia. Desde aquí, podía ver el pequeño camino que cruzaba entre edificios de las diferentes facultades de esta institución. Era sábado así que, sin clases, la mayoría de los estudiantes estaban haciendo tareas en las bibliotecas o en los cafés como este. Mary, por su parte, había decidido dormir todo el día. Se quejó de que tenía una deuda de sueño y que necesitaba ponerse al día.
No me quise quedar en el apartamento porque el encierro y el aburrimiento parecían ser detonantes para empeorar mi depresión, así que me obligué a salir. Hilda estaba de descanso, por lo que Aster era mi compañero.
—Puedes sentarte —dije, incómoda. Estaba parado como una estatua a un lado de la mesa. Por lo menos, ya no usaba ese traje oscuro intimidante, ya llevaba vaqueros y una camisa azul oscuro, abotonada hasta el cuello. Se veía... como un miembro de la Iglesia en Wilson hasta que mirabas su rostro y esas facciones rudas le quitaban toda la onda de chico bueno de iglesia.
—Estoy bien.
—Aster. —Me quejé, ¿por qué todo tenía que ser una discusión con él? —. ¿Tengo que ordenártelo?
Él hizo una mueca con sus labios y se sentó a mi lado, su mirada fija en los alrededores.
—Y dime, ¿cómo terminaste trabajando para mi padre? —Estaba aburrida, y mi única amiga dormía.
Aster dudó antes de hablar.
—El Sr. Fleming me salvó.
Giré la cara para mirarlo, pero él no hizo lo mismo, mantuvo sus ojos al frente, siempre resguardando.
—¿Te salvó de qué?
—Es algo muy personal, Srta. Fleming.
—Te he dicho que me llames Leigh. —Otra queja, por esta razón no intentaba relacionarme mucho con Aster, era como hablarle a una pared.
—Considero necesario llamarla con respeto.
—¿Y crees que llamarme por mi nombre es irrespetuoso? —Alcé una ceja.
