CAPITULO 11

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-La señorita Roxa y yo

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-La señorita Roxa y yo... -Lo pensó una vez más. Quería encontrar otra alternativa, pero por más que pensaba, todas tenían huecos-. ¿Cómo iba a explicar ese tatuaje que representaba a la familia de la serpiente? No había otra manera-. Somos los padres de ese niño.

Se hizo un silencio.

Incluso el ataque se había desvanecido en el aire. Eros miró a todos los presentes y empezaba a molestarse. Todos, absolutamente todos, no podían creerlo. De todas maneras, eso no le importaba; lo que debía interesarle en ese momento era el niño que la serpiente tenía entre sus brazos. Se encontraba dormido, pero mientras más lo observaba, más irreal le parecía. Recordó al niño que vio en el espejo; solo era él. Era único por su poder, y ahora resultaba que había alguien más con ese sufrimiento.

Desvió la mirada a la mujer que sostenía al niño. Roxa estaba muy sorprendida, veía al niño y al hombre de enfrente, tratando de diferenciarlos. Además, ¿qué era eso de ser padres?

Eros la miró detenidamente, trataba de hacerle llegar el mensaje. Que si no lo hacían, el niño estaría muerto.

-Es mentira.

Eros volvió a mirar a su hermano, quien había hablado y se veía muy confundido. Marc se acercó.

-¡Eso es una mentira!

-¿Por qué habría de mentir con algo así?

-No sé por qué lo haces, pero lo que dijiste no puede ser, es obvio que es una mentira -Marc vio a Roxa detrás de su hermano e intentó acercarse, pero Eros lo detuvo.

-No sobrepases la línea, Marc -Eros se interpuso-. No te acerques a ellos. Yo daré toda la información que quieran.

-Eros, déjame pasar.

-Te dije que no te acercaras a ellos.

Se enfrentaron con la mirada, parecía que una guerra se desataría en cualquier momento y los caballeros de cada uno se pusieron en posición.

-¡Basta! -Roxa dirigió su mirada a los dos hombres-. No hay tiempo que perder, Enoc no está respirando correctamente.

Eros se dirigió a ellos ignorando a todos. Se arrodilló alcanzando a sus brazos al niño, pero Roxa dudó. Eros le advirtió con la mirada sobre todos los presentes, solo entonces le permitió que lo cargara.

-Esto aún no ha terminado -dijo Marc.

-Hablarán en otra ocasión -le dijo Roxa con una mirada no tan amistosa-. Ahora lo importante es Enoc.

-Roxa, dime la verdad, yo te puedo ayudar.

Roxa quería caer ante esas amables palabras. Su luz había regresado, pero no podía verlo de la misma manera. Ellos habían venido a capturarla. No tenía más opción que entregarse. Había cambiado algo en sus sentimientos. Si había algo cálido en su interior, entonces decidiría entregárselo al niño. Ya no haría nada por Marc.

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