𝐀𝐙𝐔𝐋. 𝗳𝗲𝗹𝗶𝗽𝗲 𝗼𝘁𝗮𝗻̃𝗼.

͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ 𝟎𝟕.

───Debes enseñarme ───advirtió con una sonrisa.

───Si vos queres, si, ¿podes? ───copie su acción.

───Cualquier día, tu dime y...

───¡Che, hagamos luchitas! ───Juani interrumpió muy entusiasmado ───¡Yo con Fran! ───se abalanzó sobre el rubio.

───¡Yo con Blas! ───Matias gritó, actuando de la misma forma que Juani.

───¿Y yo? ───Agustín nos miró con los ojitos brillantes, re tierno el pibe, me entraron ganas de descansarlo pero no dije nada.

───¡Serás el árbitro! ───Azul lo alentó.

───¿Yo con vos? ───la mire.

───Si ───volteó a verme también, con una sonrisa amplia, brillante, cálida.

───¿Y qué hago? ───Lain miró a la mexicana, buscando que le explicara su acción en el juego.

───Las reglas, mmh ───hizo una pausa ───No se vale jalar del pelo, ni patadas, solo con las manos y si alguno lo hace lo sacas ───el chico se quedo pensando por algunos segundos, supongo que recordando lo que Azul le pedía.

───Dale ───asintió feliz.

───¿Quién empieza? ───Azul me miro.

───Nosotros ───respondí.

La chica subió a mis hombros, estábamos decididos a ganar, teníamos que hacerlo.

───Agárrate bien, boludo ───Recalt ya estaba arriba de Blas, quien mantenía una cara de ojete desde el inicio.

───Si perdemos me vas a comprar unos tacos ───Matias advirtió.

───Ni en pedo.

───¡En uno, dos, tres! ───Agustín dio la señal, a soltar piñas.

───No me pegues feo Mati ───Azul señaló al chico, y si más le valía no golpearla, si no se la regresaría.

───Tranqui ───sonrió levemente, pero luego su expresión cambió, no quería perder.

───¿Qué esperan? ───Fran nos miró.

───Vamos a ganar ───susurro Azul, solo yo escuche.

Comenzaron a forcejear entre Matias y Azul, la chica se quejaba con fuerzas, estaba dando su máximo esfuerzo de no caerse a las aguas, la marea estaba tranquila, no había muchas olas, la verdad todo estaba demasiado lindo, sin mucha gente tampoco y un leve sol.

───¡Más fuerte Matias! ───el ruloso delante de mí se quejó, Mati no lograba tumbar a Azul.

───¡Eso hago, pelotudo! ───forcejeo de una manera absurda con la ojimiel quien parecía haber encontrado la forma perfecta de tirarlo porque de un empujón el chico cayó, arrastrando a Polidori consigo.