Elyon

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"I am the thing in the dark."
― Krystal Sutherland, House of Hollow. 

Sus pisadas sobre los tejidos coloridos de Ilardya eran suaves, sigilosas, sin emitir sonido alguno. Sus movimientos arrasaban con la excitación del lugar sin escándalo, en completa invisibilidad. Tambaleaba sus brazos con gracia de un lado a otro para no perder el equilibrio mientras su mirada se concentraba en un punto fijo del horizonte.

Cuando llegó al final del tejado se puso de cuclillas y examinó la escena que se encontraba a sus pies. Los tres hombres a los que venía siguiendo hacía ya más de dos horas, al fin habían decidido tomar un descanso en una de las tabernas más conocidas de Daza, "Bys". En menos de un minuto, cada uno de ellos tenía en la mano una copa de lo que presuntamente sería vino, y pensó para sus adentros con amargura lo muy en vano que sería toda esa noche si los tres hombres solo terminaban por embriagarse.

Se acomodó un poco más sobre sus rodillas e intentó escuchar las conversaciones que comenzaban a darse, sin éxito alguno, pues el viento era arrasante y ruidoso. Observó la luna llena en su punto más alto, rodeada de nubes grises y se sacó los guantes de cuero negro que llevaba puestos, guardándolos en el bolsillo de su capa. Cuando se puso de pie una vez más, fue para descender por la pared de piedra y caer de un salto limpio justo al lado de la taberna. Se escondió nuevamente entre las sombras y esperó pacientemente hasta el momento justo.

La noche era fría y humedad por la alerta de tormenta que amenazaba la isla, la taberna sin embargo estaba atiborrada de personas y las calles fluían con el vaivén de los ilardianos que la recorrían. Era una noche perfecta para el crimen, pensó, recordando las palabras de Deneb.

La gente, mayoría hombres, que pasaban por el lugar no le prestaban atención. El aroma a humo, alcohol y vómito le escocían la nariz, pero aún así permaneció inmovible en su pequeño escondite, repasando distraídamente los eventos que la habían conducido hasta ese momento, observando el triplete de ilardianos que no hacían más que reír a carcajadas ebrias. Exasperada, se acercó algunos centímetros más y pudo finalmente detectar sus voces.

-Pues sí, créeme que a mi no me interesa nada de rasgos ni belleza eh, lo más importante es lo que sucede entre las sábanas. –Los tres volvieron a reírse. -De todas formas, ya les dije que no puedo hablar más sobre esto. –

-Oh, vamos Arturio, solo algunos detalles. –

Agazapada entre la multitud puso los ojos en blanco, desviando la vista nuevamente al cielo. No tenía el tiempo ni las ganas de pasarse el resto de la noche escuchando a tres idiotas hablar sobre sus vivencias sexuales. Se acercó a una de las mesas, manteniéndolos siempre cerca pero no lo suficiente como para que la notaran y tomó asiento. Pidió una copa de vino y decidió esperar, echándole vistazos al grupo cada cierto tiempo.

Pensó en la impunidad que recorría la isla, el sentimiento de libertad de mentira

Un relámpago la hizo levantar la cabeza de nuevo y divisó la figura alada bailando por sobre el reflejo de la luna tapada por nubes grises, le sonrió vagamente y volvió a concentrarse en su propia tarea, en la tierra.

Los hombres despilfarraban dinero en copas y copas de vino y eso no terminaba por servirle. ¿Cómo podía llegar hasta el hombre en especifico si los tres terminaban por desmayarse de alcohol?

Para su suerte, no tuvo que esperar demasiado antes de obtener una respuesta.

Su objetivo se levantó luego de un momento, tambaleándose y despidiéndose de su compañero cuyas manos ya se encontraban entre las ropas de la pobre camarera del lugar. Ella misma volvió a ponerse de pie y lo siguió, no sin antes echarle un último vistazo a la escena obscena que prometía con desenvolverse delante de sus ojos. Sin pensarlo, con un simple movimiento de su mano, el hombre dejó de lado a la mujer y comenzó a caminar hacia el lado de la costa, preferentemente al muelle. Supuso que si nadie lo detenía, terminaría por tirarse al mar. Daba igual.

unholy goddessWhere stories live. Discover now