V. Soledad (MosGus)

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Resumen: Y aquel apodo hace estragos en el sensible corazón de Moselle.

Aclaraciones: Moselle Tanya es el nombre que le puse a Mosta Chote ¿Por qué? Por qué queda chulo, a que sí xD

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Tocó dos veces la puerta principal de una casa bastante grande y bonita.

Aunque, siempre que entra se siente vacía. Nunca ha podido ver ese sitio como un lugar cómodo para el hombre que vive en ella.

La puerta se abrió de golpe, una mirada sombría se asoma dentro con todas las luces apagadas e incluso las cortinas cerradas, y parece que no ha tenido un buen día. No alcanzan ni a cruzar una palabra antes de que el dueño de la casa jale de su brazo y cierre la puerta.

-Primero un cafécito ¿No? -Ella se ríe, pero la única respuesta que recibe es un sollozo, los brazos del dueño de la casa solitaria se aferran a su cintura y su rostro se esconde en su pecho. No habrá café hoy.

Sus manos rodean sobre sus hombros y comienza a cantar suave, aunque no se hayan movido de la puerta principal. Le dedica un par de caricias en el cabello, totalmente rubio, desaliñado y baja a su cuello.

-Gustabo...-La mujer busca levantar su rostro para verle a los ojos, y lo que se encuentra es a alguien tan perdido y solitario en busca de consuelo. Le rompe el corazón verlo tan mal, cuando trabaja en la policía parece que no carga con nada sobre sus hombros.

Pero está tan dolido, tan roto que cuando llega la noche y está solo en esta casa se cae a pedazos.

-Necesito... Mos, duele-Se queja, Gustabo esconde su rostro contra sus manos y se calla.

Ella sabe, lo entiende. Sabe a qué le llamó de nuevo y accede a consolarlo de la única forma que ambos se entienden.

Moselle* le toma el rostro, Gustabo separa los labios y sabiendo como van a empezar, y en cosa de segundos la lengua de Moselle invade la de Gustabo. No hay tiempo de charlas, o de caricias tímidas, tampoco de juegos previos o coqueteos sutiles, ahora mismo ella sabe que Gustabo necesita olvidar y sentirse amado.

Las manos de Gustabo levantan la blusa de Moselle, buscan debajo de la tela el calor que le falta, ahora sí hace chocar su cuerpo con la puerta de la entrada y pronto el beso que compartes comienza a hacer ruidos húmedos.

Podría ser una guerra como la primera vez, pero ahora sólo es un consuelo mutuo, ya nadie domina al otro, sólo buscan un poco de paz.

Antes de darse cuenta, Gustabo ha llevado a Moselle a su cama, desordenada, con ropa por los suelos, como un nido de animal, y todo eso solo comenzó a reflejar la desesperación de ambos por recorrer el cuerpo ajeno.

Los besos son más pasionales, más húmedos, más salvajes, dejando sin aliento al otro de paso y sacando esos gritos cargados de sentimientos complicados.

Y sólo eso necesitan.

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Gustabo abre los ojos, y maldijo volver a despertar en esa misma maldita casa de mierda. La odia, odia a quién se la dio, odia que esto sea suyo, odia todo lo que le rodea.

Se odia tanto.

Quiere gritar, quiere llorar con fuerza hasta volver a quedarse dormido y jamás despertar pero el suspiro de alguien a su lado lo asusta.

Es ella. Moselle. Mos. Su compañera de penas y algunas copas de alcohol.

Y se ve tan tranquila ahí descansando, como si nada malo pasara, como si la vida tuviera un mínimo de puto sentido.

Cómo si valiera la pena estar vivo.

Ella no ha dicho nada, y no lo necesita, al menos para Gustabo no es necesario. Por qué su sola presencia a su lado le da ese pequeño respiro de paz y calma que le hace falta para enfrentarse al trabajo.

O a la vida misma que le toca vivir.

Gustabo se vuelve a recostar en la cama, esta vez más cerca de Mos, quiere verla dormir un poco más antes de tener que irse al trabajo a fingir ser feliz.

-Ah... Ojalá te quedaras para siempre.

Acaricia su mejilla con cuidado, escucha su murmullo quejándose de la luz y cubre con las mantas sus hombros desnudos para que no coja un resfriado.

-Mos -Gus susurra muy cerca de ella, casi como una súplica -Quedate.

-Sí me lo pides así, es difícil negarse Gusgus.

Hay una sonrisa enorme en el rostro de Moselle, una de orgullo y satisfacción, cosa que hace poner tan rojo el rostro de Gustabo que parece un niño al que le descubrieron su travesura.

-Maldita hija de

-Ah. Ah. No Gusgus -Mos pone su dedo en la punta de la nariz de Gustabo y se ríe. -Se amable o me iré.

Y la única respuesta de Gustabo es esconderse bajo las sábanas y atrapar el cuerpo desnudo de Moselle con fuerzas.

Provoca risas, Moselle le destapa para verle y seguir riéndose de él pero dentro de esas mantas hay un Gustabo avergonzado y con el rostro sobre sus pechos.

-Esa zona es tu favorita...

-Es que no me amamantaron de pequeño-Gustabo restregaba su rostro contra los pechos y sólo hace reír más a Moselle.

-Se nota.

Moselle acaricia su cabello con cariño, esta vez dándose el tiempo de repasar los remolinos que tiene y peinar lo hacia atrás con cuidado.

Para lo rotos que están los dos, esos momentos donde sólo existen en los ojos del otro les da un poco de calma a sus tortuosos corazones.

-Gustabo... ¿Me puedo quedar esta noche?

-Todas las que quieras, mi niña.

Y aquel apodo hace estragos en el sensible corazón de Moselle. Tanto que vuelve a besar a Gustabo, ésta vez con cariño.

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Espero les guste esa combinación extraña.

A ver si la siguiente es un trio entre Mosta, Gustabo y Toni, a webo. Miedo a qué (?)

Kisspril 2024 | LuzuplayWhere stories live. Discover now