Capítulo 3

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Quinn jugueteaba nerviosa con las servilletas arrugadas en la mesa del Bar Eclipse; y es que la música suave y los murmullos de los clientes no lograron calmar la ansiedad de Quinn, y todo empeoraba cuando escuchaba que la puerta del lugar se abría. Vio entrar a un grupo de amigos similar al suyo, también arribó una pareja y un montón de gente que vestían trajes, era lunes y algunas personas acudían a ese lugar después de una larga jornada de trabajo.

Ya habían pasado dos horas desde que Quinn llegó al bar para recuperar sus pertenencias, después de que le fueran entregadas ella marcó el teléfono de Benedict y él le pidió que lo esperara treinta minutos, quería hablar con ella sobre lo sucedido la noche anterior y aclarar las cosas. Al inicio, Quinn se negó a esperarlo, pero la insistencia de Benedict rindió frutos y accedió a esperarlo.

La puerta se abrió una vez más, pero no era Benedict. Quinn se sintió tonta, pues se suponía que solo lo esperaría treinta minutos, no dos horas. Tomó sus cosas y caminó a la barra del lugar para pagar sus dos bebidas.

—No es nada, la casa invita —dijo el gerente, quién notó que Quinn se quedó un buen rato esperando a uno de sus mejores clientes.

Que le regalaran bebidas en algún lugar tampoco era algo que le sucediera a Quinn, el no tener que pagar una cuenta era más común en Kim, por lo que Quinn se sorprendió un poco.

—¿En serio?

—Claro. Esperamos verla pronto —el gerente sonrió y se alejó de ella.

Quinn también sonrió. Abrazó su bolso y comenzó a caminar a la salida del bar al tiempo que la puerta se abrió y ahora sí Benedict atravesó el umbral.

Él volteó a un lado y luego al otro en busca de Quinn, ella trató de ver a otro lado, hasta que la mirada de Benedict dio con la chica.

—¡Quinn! Lo siento mucho, en serio, lo siento —se acercó a ella disculpándose.

—Dijiste treinta minutos —habló ella sin pensar.

—Lo sé, es que Bella llamó y necesitaba saber que ella no sabía que pasó algo anoche —dijo en voz baja y con cierta pena en su tono de voz.

Quinn inevitablemente se sintió mal al escucharlo hablar en ese tono, asintió y comenzó a caminar a la salida.

—Espera, Quinn —la tomó de la mano.

—No tenemos nada de qué hablar, Benedict, solo fue cosa de una noche y no tienes que darme explicaciones —Quinn trató de zafarse de Benedict.

—Ven, hablemos —Benedict señaló una mesa y Quinn no tuvo más remedio que darse la media vuelta y caminar al lugar que señaló el actor.

Dejó sus cosas en una de las sillas y se sentó, en tanto, Benedict ocupó la silla frente a ella.

Él pidió un par de bebidas y se quedaron en silencio durante varios incómodos minutos hasta que las bebidas llegaron.

—Gracias por traer mis cosas —rompió el silencio Quinn.

—No fue nada, saliste corriendo de mi casa y pensé que aquí sería al primer lugar al que vendrías a buscar —explicó Benedict.

—Kim me avisó que dejaste mis cosas aquí...

—¿Le contaste a tu amiga lo que pasó entre nosotros? ¿Es una persona de confianza? —interrumpió Benedict.

Quinn se sintió molesta por el interrogatorio de Benedict.

—Si solo me citaste para saber si hablé con alguien sobre lo qué pasó entre nosotros debes estar tranquilo, no le dije a nadie. Y Kim solo supone cosas porque ella sabe que me quedé contigo —Quinn bebió un poco de su bebida.

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