Capítulo uno: Primer «despertar»

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Escuché el suave y melifluo rumor del mar, y el trinar de lo que parecían bandadas de pájaros con sus alas revoloteando de un lado a otro

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Escuché el suave y melifluo rumor del mar, y el trinar de lo que parecían bandadas de pájaros con sus alas revoloteando de un lado a otro.

Mis pesados párpados continuaban cerrados, y por mucho que me esforzaba por abrirlos, no conseguía ni siquiera moverlos. Tampoco lograba articular palabra alguna.

Me sentía fresca, como cuando alguien se ha recostado sobre la grama con la ropa mojada tras haber saltado a algún lago o qué sé yo.

Y de repente recordé que cuando era niña, adoraba que mis padres me llevaran al río. Mi mamá solía preparar bocadillos para la estadía, y mi papá llevaba su arpón para pescar por largo rato. Por mi parte me quedaba nadando (si es que se le puede llamar «nadar» al hecho de quedarse en la orilla donde el agua no te llega a la rodilla).

Sufría de talasofobia, aunque mi corta edad y mis limitados conocimientos me impedían saberlo.

Sí, le temía a las grandes cantidades acuosas, en especial al océano. Pensar en los seres que pudieran merodear por debajo del agua, me causaba pesadillas.

Pero aún así adoraba ir al rio y que mi madre tendiera una gran manta sobre las piedrecitas, mientras yo nadaba lejos de donde mi padre pescaba con el arpón.

No tengo idea del porqué recordé tal cosa, pero mis pensamientos se dispersaron cuando sentí que alguien me tapaba la nariz y apoyaba su boca contra la mía.

—Respira —escuché. Era una voz varonil; una que me resultaba jodidamente familiar—. ¡Respira maldita sea!

Y de pronto comencé a toser expulsando una inaudita cantidad de agua salada, mientras ese alguien —quien fuese—, me acomodaba de medio lado frotándome la espalda.

No tengo idea de cuánto tiempo estuve en esa postura intentando regular la respiración, y pudo ser menos de un minuto, pero el momento se me antojó eterno.

Cuando me giré, los rayos del sol alumbrando de lleno mi cara, mi orillaron a hacer sombra con el antebrazo frente a mis ojos entornados. Me sentía desorientada y muy cansada, aunque no sabía porqué.

A través de mis escasas y húmedas pestañas, pude divisar la confusa forma de un rostro. Lo segundo que atisbé fueron tres pequeñas barras doradas y un destello gracias al contacto con la luz.

Mis labios se separaron, incrédulos, cuando mi vista se posó en los turbados orbes del hombre que se hallaba de rodillas frente a mí.

Sentí un horrible punzar en la cabeza, de modo que por instinto, me llevé los dedos a la sien. Fruncí el ceño cuando vi mi mano llena de sangre.

Mis ojos, casi desorbitados, se volvieron al tipo que me observaba como si quisiera darme una tunda.

La pregunta que rondaba por mi mente y que no logré formular, era: «¿Qué mierda está pasando aquí?», porque la apremiante y preocupada voz de alguien que se acercaba saltando en el aire me hizo callar.

SUEÑOS DE CRISTAL ━━ [En curso] 《83》Where stories live. Discover now