capítulo uno

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El vehículo en qué viaja finalmente se detiene. Hinata Hyuga alza un poco su cabeza, despegándola de la ventana. Sus ojos se encuentran con un jardín frontal muy mal cuidado si se lo preguntan, pero con una casa bastante bonita detrás.

«¿Ésta es mi casa ahora?»

Lo amargo del pensamiento le sorprende, porque si bien, su antiguo hogar era muy humilde, muchísimo, muchísimo más que aquella gran casa que estaba justo frente a ella, lo extrañaba. Extrañaba vivir en ese lugar poco acomodado pero donde por lo menos vivía gente con la que sí quería estar. Su hermanita menor por ejemplo, a quién no veía hace poco más de dos horas pero que ya extrañaba con fuerza. Sabía que probablemente pasaría mucho tiempo sin verla y eso sin duda alguna le dolía demasiado.

El ruido de una puerta cerrándose llama su atención, al voltear nota que él ya no está ahí. Sus ojos, de reojo, siguen sus movimientos fuera del coche. Lo único que se le ocurre hacer en ese momento es quitarse el cinturón de seguridad con poco ánimo y ganas. Lo único que quería ahora era correr de regreso a casa, pero a esas alturas ya era imposible.

La puerta de su lado del auto se abre en el momento exacto en que lograr liberarse del famoso cinturón. Sus ojos apagados se encuentran con una mirada azulada un tanto opaca, seria, poco amistosa. Hinata desvía de inmediato la mirada bajando del auto.

Sobre la acera no le queda más que mirar todo a su alrededor. Definitivamente no tenía parecido alguno con el barrio donde vivió toda su vida, y dónde tenía todos sus recuerdos. ¿Qué estaba haciendo ahí? era su pregunta constante.

—Hey —Hinata dirige su mirada hacia el llamado tan frio y vulgar. ¿A quién creía que le estaba hablando? — Entremos de una vez.

—Tsk... idiota —susurra en voz baja. Sin embargo, por mucho que le moleste esa manera tan poco hospitalaria de tratarle, Hinata no tiene mayor alternativa. Para ella, lamentablemente ahora, él era su todo.

Arrastra los pies hasta la entrada. Siente, por alguna razón, la mirada fija del sujeto sobre ella. ¿Por qué? ¿Qué quería? Ignora la insistencia de sus ojos azules y sigue adelante aún si no sabe ni siquiera dónde se encuentra parada. Frente a ella se abre una enorme (realmente enorme) sala ya amueblada. Contaba con sofás de dos y tres cuerpos, una televisión anclada a la pared, algunos cuadros aleatorios en la pared. Un poco más allá también podía ver el inicio de una escalera color marrón.

—Bueno, aquí está la sala.

«No me digas...» Hinata rueda los ojos. Evita tener alguna mueca en el rostro, no está muy segura de si lo ha conseguido.

Lo ve suspirar, caminando el rumbo de su mirada hacia una puerta que está un poco más allá.

—Supongo que la entrada de ahí debe ser la cocina.

«¿Supongo?» Hinata voltea sus ojos hacia él, siguiendo sus pasos con la mirada hacia dicha puerta.

—Sí —Naruto voltea hacia a ella señalando hacia adentro con su pulgar. — Es la cocina.

«Oh, vaya...» Hinata frunce el ceño con un poco de confusión. ¿Es que acaso no sabía dónde estaban los lugares básicos en su propia casa? Hinata ni siquiera lo conocía, pero se estaba llevando una impresión un tanto (bastante) precaria.

—Y por allá... el segundo piso —Naruto Uzumaki, su brillante esposo, camina a paso lento hacia la escalera. — Arriba de seguro deben estar las habitaciones.

«¿Es en serio?»

¿Dónde más iban a estar entonces?

Pues ver para creer entonces...

La esposa del Profesor [NaruHina]Where stories live. Discover now