007 | PESARES Y NACIMIENTOS

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Cuando Rhaenyra encontró la mirada de Aemond apartó la propia rápidamente.

No soporta mirarlo en presencia de otros, menos con Baela y Rhaena tan cerca. Teme que le vean en la cara la contrariedad y la vergüenza que siente por lo que tendrá que hacer para asegurar su reclamo y las vidas de todos.

Lo que es peor, se odia a sí misma por mentirles.

Durante los días posteriores a la fatídica cena, Aemond y Rhaenyra han tomado la rutina de cenar juntos en los aposentos de ella. Quieren saber lo que les espera en una vida unida por el matrimonio, buscan acostumbrarse a la presencia del otro y se están obligando a limar la asperezas entre ambos para aligerar la incomodidad que cargan por tantos años de indiferencia y alejamiento.

No han obtenido los mejores resultados, pero lo están intentando.

—Hoy los reúno para hacerlos conocedores de mis nuevas decisiones —proclamó el rey. La corona le lucía chueca en la cabeza y encorvado parecía demasiado pequeño entre los filos del trono, pero todos prestaron atención a su palabra como si se tratara del mismísimo Conquistador hablando—. El reino está en constante cambio, y como tal, busco lo mejor para la corona y la casa Targaryen, soberanos de los Siete Reinos desde hace más de un siglo ante los ojos de los dioses y los hombres —tomó aire, como si hasta hablar significara un suplicio doloroso para su cuerpo enfermo. Le dio una caricia anhelante a la espada que portaron su padre y hermano—. Desgraciadamente, el reino ha sufrido una gran pérdida con la  muerte de mi hermano. El príncipe Daemon, jinete de Caraxes y portador de la ancestral Hermana Oscura, partió demasiado pronto y como su hermano y rey tengo el deber de honrar su memoria, iniciando por su legado. Por lo que hoy, proclamo orgulloso a una digna hija de su padre como la siguiente portadora de la espada valyria que alguna vez la reina Visenya blandió, al igual que mi padre, el príncipe Baelon. Es mi deseo que mi sobrina siga el camino de su padre y abuelo. Baela Targaryen, ven e híncate ante el Trono de Hierro.

Apenas se hubo extinguido el eco de las palabras del rey, todos lo miraban incrédulos. Hubo murmullos y jadeos de sorpresa, pero nada de eso pareció importarle a Baela, cuando logró recomponerse de la impresión, avanzó con la cabeza en alto hasta los pies del Trono de Hierro dónde la fila de capas blancas que salvaguardaban al rey se abrió y ella se arrodilló con la propiedad de una dama esperando a que el rey terminara de levantarse y se dirigiera hasta ella.

Rhaenyra notó como se le elevaba la comisura de los labios en una sonrisa orgullosa, pero entonces notó a Jacaerys, más atónito que nadie y la sonrisa menguó. Nunca había visto a su hijo así; la vena que le latía en la garganta mostraba la velocidad de su latido, sin quitar la atención de su prima mientras el rey le daba un golpecito a Baela en el hombro con Hermana Oscura. Bastó un ligero roce para que la hoja, tan afilada como solo lo es el acero valyrio, le atravesara la tela del vestido y la hiciera sangrar. Baela no pareció sentirlo y se levantó una sonrisa en los labios que creció cuando el rey le puso la espada en las manos.

Las primeras en aplaudir fueron la princesa Rhaenys y Rhaena, Rhaenyra y sus hijos siguieron el coro de aplausos y pronto todos los nobles reunidos en la corte se vieron obligados a fingir regocijo por la decisión del rey.

—Gracias —dijo Baela llegando a su lado, comprendiendo quien era la persona detrás de la decisión del monarca—. No la defraudare, princesa.

—Lo sé.

Rhaenyra no prestó atención a la mirada que Rhaenys clavó en ella.

—Prosigamos —dijo el rey con una voz alta y clara que cortó en seco los murmullos—. Otto Hightower, padre de nuestra bien amadareina, me ha servido fielmente desde elprimer día de mi reinado. Como tal, agradezco sus servicios y la lealtad que ha mostrado a la corona, a la casa Targaryen y a mí, pero tantos años de trabajo merecen una recompensa y un descanso. Hoy, brindo a su hijo, Ser Gwayne Hightower, el honor de servir como Lord Comandante de la Guardia de la Ciudad, poniendo en sus manos la seguridad de Desembarco del Rey y su gente —. Rhaenyra se había preparado para encontrar sentido a la necedad de su padre respecto a los Hightower, pero resultaba incomprensible que siguiera tropezando con la misma piedra una y otra vez. Empezaba a comprender que su padre era un rey que siempre daba más de lo que prometía, y no en el buen sentido—. Y a su vez, he decidido liberarlo de la carga pesada que durante tantos años ha llevado sobre sus hombros para darle la oportunidad de un merecido descanso. ¡Un aplauso para Otto Hightower! —fue un aplauso apagado, pero Otto lo recibió con humildad, humillando la cerviz—. Ahora, he de compartir el nombre del siguiente hombre en el puesto. Una persona joven, pero las mentes jóvenes nos compensan con su idealismo, pues nada les parece imposible y logran hacer realidad lo inimaginable con tan solo proponérselo. Algún día este será su asiento, y es mi deseo mantener a mi sangre cerca de mí tanto en el hogar como en la política, por lo que nombró a mi nieto, el príncipe Jacaerys Velaryon, mano del rey.

FIRE ON FIRE ⎯⎯⎯ house of the dragonWhere stories live. Discover now