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Lauren cerró la puerta de su alcoba con tanta fuerza que hasta los muros de piedra parecieron estremecerse.

Así terminaba su primer día de casada, que bien podía figurar como el más horrible de toda su vida. Debería haber sido un día feliz, lleno de amor y alegría, ¡pero no con una esposa como la suya, que no había perdido oportunidad de humillarla!

Por la mañana, la había acusado de hacer de ramera ante sus hermanos. Al marcharse ella, dejándola sola, Lauren se dedicó a conversar con otras personas. Cierto hombre, Walter Demari, tuvo la amabilidad de sentarse a su lado para explicarle las reglas del torneo. Así, por primera vez en el día, ella empezó a disfrutar.

Walter tenía la habilidad de señalar lo ridículo y a ella le gustaba su sentido del humor.
De pronto, reapareció Camila y le ordenó que le siguiera. Lauren no quiso provocar una escena en público, pero en la intimidad de la tienda de Raine dijo a Camila todo lo que pensaba de su conducta.

La dejaba que se valiese por si sola, pero en cuanto ella empezaba a divertirse, la Morena reaparecía para impedírselo. Era como los niños que no quieren cierto juguete, pero lo niegan a cualquier otro.

Camila respondió en tono burlón, pero Lauren notó con satisfacción que no sabía qué decir.La llegada de Raine y Miles interrumpió la riña. Más tarde, mientras ella regresaba a los pabellones con Miles, Camila la humilló de verdad, corriendo prácticamente hacia Alice Valence.

Parecía comérsela con los ojos, pero al mismo tiempo la miraba con devoción, como si se tratara de una santa. A Lauren no le pasó inadvertida la mirada triunfal que esa mujer le envió de soslayo. Entonces, ella irguió la espalda y tomó el brazo de Miles. No quería mostrar públicamente su bochorno.

Más tarde, durante la cena, Camila la ignoró por completo, aunque ocupaban asientos contiguos ante la larga mesa. Ella festejó las gracias del bufón y se fingió complacida cuando un juglar, extremadamente apuesto, compuso y cantó una oda a su belleza.

En realidad, apenas lo escuchaba. La proximidad de Camila ejercía un efecto perturbador sobre ella, sin permitirle disfrutar de nada.
Después de la comida, las mesas de caballete fueron desarmadas y puestas contra la pared para dejar sitio al baile. Después de bailar una pieza juntas, para salvar las apariencias, Camila se dedicó a girar por el espacio abierto con una mujer y otra. Lauren recibió más invitaciones de las que podía aceptar, pero pronto adujo que estaba fatigada y corrió a la intimidad de su cuarto.

—Un baño — exigió a Joan, a quien arrancó de un rincón en donde yacía entrelazada con un joven—. Tráeme una tina y agua caliente. Tal vez pueda quitarme parte del hedor de esta jornada.

Pese a lo que Lauren creía, Camila había estado muy consciente de su presencia. No hubo momento en que ella no supiera con quién estaba su esposa o dónde encontrarla. Al parecer, durante el torneo había conversado con un hombre durante horas enteras, festejando todas sus palabras y sonriéndole hasta dejarlo obviamente embobado.

Camila la había alejado de él por su propio bien, sabiendo que ella ignoraba el efecto de su presencia en los hombres. Era como una niña. Todo le resultaba nuevo; lo miraba sin ocultar nada, sin reservas, riendo abiertamente de cuanto él decía. Camila vio que el hombre tomaba aquella cordialidad por algo más profundo.

La intención de Camila había sido la de explicarle todo eso, pero ella la atacó, acusándola de ser insultante. Camila habría preferido morir antes que dar explicaciones por sus actos. Temía que el impulso le llevara a estrangularla. Por suerte, una breve aparición de Alice la había tranquilizado. Alice era como un sorbo de agua fresca para quien acabara de salir de un infierno.

Con las manos apoyadas en las  caderas de una joven , vio que Lauren subía la escalera. No bailaba con ella por no disculparse. ¿Disculparse por qué?

Promesse audacieuse . ( Camila G!P!) Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt