Coming of Age at High Tea [Bellamione,Cissamione,Andromione]

Capítulo 29 : La noche en que tu mamá y yo nos conocimos

Black Manor, 3 de mayo de 1998. El corazón quiere lo que quiere, al igual que las partes del cuerpo menos clasificadas para menores de edad.

Hermione estaba en la lista de las brujas más poderosas de toda Gran Bretaña, y ciertamente tanto la hija de muggles más fuerte como la Omega más fuerte de toda Europa. Había matado a más de cien enemigos en el campo de batalla y se había batido en duelo con algunos de los magos más mortíferos que existían. El poder que poseía era infinitamente empoderador, flotando en los bordes de su mente en todo momento, rogando ser desatado contra quienes lo merecían.

Si fuera necesario, Hermione podría quemar Hogwarts y todo lo que hay dentro, o derribar el Ministerio ladrillo a ladrillo. Sus compañeros eran todopoderosos por derecho propio, y los seres mágicos con los que había entrado en coalición aprovecharían la oportunidad para vengarse de los magos que los habían menospreciado. Los hijos de muggles la seguirían, los Omegas la seguirían, y en poco tiempo ella derribaría todo el orden podrido para ocupar su lugar. Habían luchado valientemente contra el Señor Oscuro, pero todos se postrarían ante Lady Black.

Y tal vez lo haría, eventualmente. El acuerdo de posguerra no se concretaría en las próximas semanas y meses, y Hermione tenía grandes planes en el período intermedio. Un cachorro, por ejemplo, con su magia creciendo brillantemente dentro de ella después de solo un día. Recompensas para todos los que la apoyaron en la guerra, y venganza para aquellos que no lo hicieron: Cissa aún tenía que vengarse de Lucius por años de maltrato, y todavía había mortífagos sobre a quién le encantaría capturar a Hermione. Las grandes preguntas de quién era ella y qué quería se resolvieron en su mente con los mordiscos en su cuello, pero eso no significaba que no tuviera un mundo feliz que planear.

Todas esas cosas podrían esperar. Por ahora, todavía tenía dos compañeros más que estaban desesperados por seguir el ejemplo de Bella con su Omega, y su cerebro estaba eufórico ante la idea. Tuvo que dejar su naturaleza a un lado para ser fuerte y recta frente a los Alfas del mundo, manteniendo su olor cerca con hechizos y negándose a usar sus feromonas para comunicarse con sus compañeros y seres queridos en público. Ahora, se dejó llevar por completo, relajándose en la burbuja adormecedora de su calor que se acercaba rápidamente. No le dolía tener dos Alfas fuertes dando vueltas frente a ella, luchando por el derecho a tomar el Omega.

Bella había insistido en ser primera en Hogwarts, y ni Andy ni Cissa estaban dispuestas a ceder el segundo lugar tan fácilmente. Después de un rato de regateo, acordaron batirse en duelo por ello. Hermione debería haberse horrorizado al ser tratada como un premio que ganar, pero todo lo que sentía era un ardiente deseo en su centro y deseo en la cima de sus piernas. Quien ganara sería un Alfa fuerte, y podría tenerlos a ambos antes de que terminara el día.

Andy caminaba a través del día de finales de primavera como un depredador, con la varita en la mano como si fuera una daga. Su cabello castaño estaba apartado de su rostro y sus ojos ardían en desafío a su rival. Hermione observó cada paso cuidadoso con hambre descarada, deleitándose con la forma en que los pantalones ajustados de Andy se pegaban a los muslos tonificados e insinuaban un bulto en su entrepierna. Las feromonas de apareamiento alfa le picaban la nariz con cada respiración, llamándola a ponerse sobre manos y rodillas como una mano suave entre sus omóplatos. El corazón de Hermione latió más rápido ante el pensamiento, y un gemido bajo escapó de su nariz mientras se retorcía en su asiento.

"Un momento, pequeña bruja", canturreó Andy, dejando al descubierto sus afilados dientes blancos mientras saboreaba el aire. "Déjame cuidar de Cissa, luego cuidaré de ti".

"¿Es así, Andy?" Cissa respondió con altivez, un gruñido vigorizante puntuando sus palabras. Su varita estaba lista en su mano y la energía crepitaba en el aire a su alrededor.