Lo que sí he notado la cercanía de las tres chicas. Han creado algún tipo de vínculo entre ellas.

—Deberías —vuelve a hacer un flexión—. La vez pasada te la pasaste muy bien con nosotros.

Ni como olvidarlo fue el día que Hazel cayó al agua y el día que también conoció a Michael.

No quiero pensar que quizá siguen hablando, es lo más seguro. Yo solo lo imagino y me lleno de rabia que no entiendo de donde sale.

Cuantas veces me tengo que recordar que Haz solo es mi mejor amiga, nada más y no habrá.

Mi instinto hace que vea el tatuaje que me hice por impulso, por querer llevar tatuado en mi piel a la persona que más aprecio y adoro.

Recuerdo que le conté a mi manager que quería un tatuaje más, buscamos inmediatamente algún lugar cerca que tuviera los permisos sanitarios y fui sin pensarlo.

Cuando lo estuvieron haciendo yo solo podía pensar en Hazel, esa mariposa es ella. Es casi idéntica como la que lleva en su mano izquierda.

—¿Cómo vas con Hazel?

—¿A qué te refieres? —me quito los audífonos para escuchar lo que me tenga que decir.

—Su amistad, llevan años siendo mejores amigos —sonríe—. Supongo que fuiste uno de los primeros en saber que se fue sin despedirse de nadie —veo rencor en sus ojos—. Nunca me contó nada a mí, yo que era su mejor amiga.

No sé realmente lo que pasó, Hazel no me lo ha contando, no debo de creer todo lo que me puede decir esta chica.

—Bryana, yo no sé lo que paso entre ustedes, por respeto a ella no puedo decir nada. No me concierne en lo más mínimo —habló antes de que quiera o intente que le diga algo—. Yo siempre estaré de lado de Hazel.

—Sus padres tampoco me dijeron nada; solo recuerdo cuando toque la puerta de su casa fue: ella se fue a Canadá a un internado —narra—. No quiso contar nada para no poner triste a nadie.

Esa fue su tapadera. Ahora entiendo mejor porque no habla en voz alta, porque no se expresa con lo que realmente sucedió por un segundo pensé que era porque aún no logra superarlo de todo o que aún le duele.

—Siento que no te haya contado nada —yo tampoco lo sabía—. Fue decisión de Hazel.

Saca una toalla para secarse el sudor.

—Luego regresa después de casi dos años y me ignora. Consigue nuevas amigas, pasa de mí como si no fuera nada o como si nunca le hubiese importado —pone una cara llena de tristeza—. Yo no sé en qué fallé para ella.

No sé qué decir, no debo de opinar en donde no me llaman y menos si Hazel no me ha contado nada de eso. No sé porque su amistad dejó de ser eso, debe de haber algo muy importante en medio como para alejarse de su amiga.

—Si te sientes así deberías de hablar con ella —añado sincero—. Solo así podrán resolver lo que haya sucedido entre ustedes, yo no puedo meterme.

—Tienes razón debería de hablar con Hazel —concuerda—. Podrías llevarla contigo a la fiesta de esta tarde.

—Me ha dicho que no tenía interés —me lo dijo ayer que se lo recordé.

—Es la única forma de hablar, en el instituto cada quien está en su mundo —se sienta—. Convéncela que asista esta tarde.

No prometí nada.

—Se lo volveré a preguntar, la decisión está en sus manos.

Mi tiempo acaba para irme, hoy tendré el día libre.

Yo también quiero mi final feliz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora