Capítulo 12: Una respuesta

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Mientras sonaba un reguetón viejo de Don Omar, Florencia, junto a Caro Hurstel, compañera de baile, talentosa y amiga, casi una hermana de Flor, se encontraban pidiendo un trago en la barra de una fiesta a la que habían sido invitadas. Esta estaba organizada por uno de sus amigos del mundo de la danza, a la que llamaron “Barrio Fino”, con una estética casi exclusiva para artistas. El lugar no era muy grande, pero había un ambiente muy copado, muchas luces de colores, muchos bailarines y mucha música de reguetón de la vieja escuela para bailar hasta abajo, como tanto le gustaba a Flor. Lo único negativo era que ella no se había preparado mentalmente para encontrarse con tanta gente conocida, y eso era lo malo de ponerse de novia con alguien con quien compartías círculo social y profesional, y luego separarte. No se sentía libre de hacer lo que quisiera, como, por ejemplo, algo tan típico como chamuyarse a alguien en una salida. Al menos, podría hacer sociales y ponerse al día con su amiga.

Poco a poco, Flor se fue distendiendo, y unos cuantos clásicos de Daddy Yankee la ayudaron con esto, que los bailó como si no hubiera un mañana. Sin embargo, luego de un par de horas, no se sentía con ganas de pasar toda la noche ahí; sentía que ya había cumplido por demás con la invitación. Mientras Caro se sumergía en una charla animada con otros conocidos, Florencia estaba algo distante, un poco disociada, esperando el momento de hablar con Caro para irse, cosa que parecía que no iba a pasar nunca, ya que esta, a diferencia de Flor, parecía estar pasándola mejor. Con la mirada fija en su teléfono móvil, vio ese mensaje de Nicolás, al que nunca le respondió.

“Si no estás muy rota, mañana, podés venir a casa y hablamos. Hoy no salgo”

¿Desde cuándo el mujeriego, el señor de la noche no salía? ¿Se suponía que tenía que creerle o era otra de sus jodas? Y otro detalle, bah “detalle”, esa invitación rara a su departamento un domingo ¿tanta era la urgencia? Florencia podía hacerse la tonta pero no lo era. Se mordió el labio inferior, sintiendo una mezcla de curiosidad y miedo de que sus sospechas sean reales, de que Nico le estuviera dando claras señales de que había algo más, y fue por esta misma razón que no había tenido el valor de contestarle, hasta ahora.

—¿Estás bien? —preguntó Caro, devolviéndola a la realidad.

Florencia levantó la mirada del teléfono y le sonrió forzosamente.

—Sí, sí, estoy bien. Solo pensando en qué hacer esta noche —respondió, intentando ocultar el porqué de su inquietud.

—¡Genial! Podemos ir a otro lado. - ofreció Caro como si hubieran tenido transmisión de pensamiento. - ¿Te parece si nos vamos a caminar un rato por la zona y después vemos a dónde terminamos?

La plan de Caro fue como un salvavidas para Florencia, eran bastante parecidas, alejarse de la fiesta y caminar por la calle era lo que necesitaba en ese momento.

Ambas se despidieron de sus conocidos y salieron del bullicio de la fiesta. Florencia suspiró aliviada una vez que pisaron la vereda. No obstante, ese alivio no quitaba la opresión que sentía en el pecho, por esa propuesta que no se animó ni a aceptar, ni a rechazar.

Mientras caminaban por una de las avenidas de la Ciudad de Buenos Aires, las luces iluminaban, donde el ruido de colectivos, la brisa y algún que otro auto con música fuerte decoraban la atmósfera. Carolina notó que Flor estaba demasiado callada para ser Flor, la conocía demasiado.

—¿Pasa algo? - le cuestionó, al verla otra vez mirando la pantalla de su celular.

¿Acaso esperaba otro mensaje? ¿Acaso es que pensaba responderle? Ni ella sabía que hacía revisando una vez más el teléfono.

—Estaba revisando algo. - le contestó escueta, sin dar más información.

—¿Es por Agustín? ¿Te mandó algún mensaje? - intentó adivinar, preocupada.

Occhiamin - Delirio Hermoso Where stories live. Discover now